https://www.youtube.com/watch?v=l_7zDSD6hUk
Magnífica y sencilla exposición de esta mujer sabia y luchadora Vandana Shiva,
reflexiones sobre todo el entramado detrás de las semillas transgénicas.
http://www.youtube.com/watch?v=PgCuwSGpp8w#at=747
La fiebre de los agroquímicos, bañados en veneno. Argentina es el
segundo país del mundo que más agrotóxicos utiliza después de Brasil. El
65 por ciento de la superficie cultivable del país está sembrada con
soja ¿El modelo agropecuario demanda más veneno aún? Se detectaron
agroquímicos en la leche materna de mujeres de pueblos fumigados.
Aumentan los casos de cáncer, hipotiroidismo y alergias en el interior
sin que los gobiernos se ocupen. El increíble caso de Alberti, en la
provincia de Buenos Aires. Oscar Di Vincensi fue rociado con veneno por
un fumigador local pese a un fallo judicial que impide fumigar en un
radio de 1000 metros de zonas pobladas.
Según el documento, encargado
por las autoritarias sanitarias, podrían ser un importante factor de
riesgo para el Parkinson, cánceres y problemas en el desarrollo de los
niños
Carlos de Prada,
Madrid.
23/07/2013 | 22:20 h.
Cada cierto tiempo aparecen estudios que asocian enfermedades con
los pesticidas. Pero el ciudadano medio, caso de que llegue a
enterarse, no tiene elementos para juzgar si ésos estudios justifican
realmente una alarma.
La voz de alerta deberían darla las
autoridades sanitarias, pero a nadie escapa que dichas autoridades
suelen ser muy cautelosas cuando hay que adoptar medidas que pueden
afectar a intereses económicos de poderosas multinacionales químicas.
Por
eso el que una autoridad de un país del nivel de investigación médica
de Francia haya publicado recientemente un informe sobre un tema tan
escabroso como el de "Pesticidas y salud" en el que se alerta seriamente
sobre una serie de hechos, es algo que debería ser tenido muy en
cuenta, no solo en Francia, obviamente, sino en otros muchos países que,
como España, por ejemplo, no brillan precisamente por su diligencia en
estas cuestiones.
El trabajo ha sido encargado por la Dirección
General de la Salud gala al prestigioso Instituto Nacional de la Salud y
la Investigación Médica (Institut National de la Santé et de la
Recherche Médicale – INSERM) y para llevarlo a cabo ha sido preciso
revisar una inmensa cantidad de estudios científicos, centenares,
publicados a lo largo de los últimos 30 años en todo el mundo. El
objetivo, separar el trigo de la paja y aclarar si el tema de los
pesticidas es o no algo que deba preocupar a las autoridades sanitarias y
hasta qué punto.
Los pesticidas están causando una grave crisis de salud que, probablemente, debería movilizar a los gobiernos
Los
expertos franceses, un grupo multidisciplinario de epidemiólogos y
biólogos expertos en toxicología celular y molecular, han determinado
qué peso de la evidencia -alto, medio o bajo- existe a la hora de
asociar diferentes problemas de salud con la exposición a pesticidas.
Centrándose sobre todo en los riesgos de salud asociados a la exposición
ocupacional en la agricultura así como los efectos de la exposición
temprana a estas sustancias (para el feto y los niños pequeños).
¿Y
qué es lo que han visto? Pues que sí. Que los pesticidas están causando
una grave crisis de salud que, probablemente, debería movilizar a los
gobiernos, animándolos a la toma de una serie de medidas contundentes,
anteponiendo, de una vez por todas, la salud de las personas a los
intereses económicos.
Los expertos del INSERM han concluido que los
vínculos parecen especialmente claros entre la exposición ocupacional a
los pesticidas y determinadas patologías adultas como la enfermedad del
Parkinson, el cáncer de próstata, y cánceres hematopoyéticos como el
linfoma no Hodgkin y el mieloma múltiple. Además, la exposición a
pesticidas durante los periodos prenatal y postnatal y en la infancia
parece ser un riesgo singular para el desarrollo del niño.
Recomendaciones de los científicos
Los
científicos han pedido además en sus recomendaciones que se mejoren los
sistemas oficiales que se siguen para evaluar la toxicidad de estas
sustancias, de modo que se tengan en cuenta debidamente sus efectos a
dosis muy bajas y los efectos de las mezclas de pesticidas. Son dos
cuestiones clave que inexplicablemente hasta ahora, y a pesar de
conocerse perfectamente por infinidad de investigaciones científicas,
las autoridades no han tenido en cuenta.
Amplios sectores de
población se exponen a niveles de pesticidas que aunque aparentemente
sean "bajos" infinidad de investigaciones muestran que pueden causar
efectos (especialmente en periodos sensibles del desarrollo, tales como
el embrionario y la infancia). Y, además, no se exponen solo a un
pesticida, sino a complejas mezclas de ellos que pueden tener efectos
mayores que los pesticidas aislados.
La existencia de evidencias ligan la exposición a pesticidas y enfermedades como cáncer de próstata, leucemia o Parkinson
Colectivos
franceses ocupados durante mucho tiempo en denunciar los riesgos de los
pesticidas, como Generations Futures, han aplaudido la realización de
este informe y urgido al Gobierno francés a "actuar rápida y
contundentemente para reducir el uso de los pesticidas y prohibir los
más peligrosos". Para ellos "el informe del INSERM confirma la
existencia de evidencias relevantes o medias que ligan la exposición a
pesticidas y enfermedades como Linfoma No-Hodgkin, cáncer de prostata,
mieloma múltiple, leucemia, Parkinson, Alzheimer, varios desórdenes
cognitivos e infertilidad".
Sin embargo, consideran que el informe
es "bastante conservador ya que hay enfermedades en las que aunque los
vínculos con los pesticidas parezcan menos contundentes no quiere decir
que no puedan tenerlos. Son enfermedades como los tumores cerebrales
sobre los que hay estudios muy significativos que muestran incrementos
de riesgo de un 300% o menos estudiadas como la esclerosis lateral
amiotrófica sobre la que hay estudios que muestran excesos de riesgo de
un 80%". En Generations Futures creen que los expertos del INSERM exigen
una carga de evidencias demasiado elevada. En cualquier caso, el propio
INSERM insiste en que "el hecho de no poder llegar a una conclusión no
significa necesariamente que no exista un riesgo. Si ciertas sustancias
son culpadas, es solo porque han sido más estudiadas que otras. Muchas
sustancias no han sido objeto de estudios epidemiológicos".
Precisamente
es el gran rigor y prestigio del INSERM lo que da más valor al informe y
debiera hacer que las autoridades, no solo francesas, sino de cualquier
país del mundo, debiesen tener muy en cuenta lo que dice sobre algunos
pesticidas.
Todos estamos expuestos a los pesticidas
Los
pesticidas son una larga lista de sustancias, centenares, autorizadas
para los más diversos usos. Se esparcen sobre las cosechas, las cunetas,
el interior de los edificios, ... Y, por ello, están por doquier.
Pueden contaminar el organismo del ser humano de diferentes formas, que
van desde la exposición directa de los agricultores que fumigan los
campos a la ingestión de los residuos de ellos que pueden quedar en los
alimentos o el agua, por no citar más posibilidades.
Llama la
atención el divorcio que existe entre la creciente evidencia científica
sobre estas cuestiones y la escasa voluntad política para solucionarlas.
Extraido de: http://www.estrelladigital.es/salud/informe-relaciona-pesticidas-enfermedades-humanas_0_1436856984.html
Una muestra: recientemente CEPAL reportó que, durante la última década,
los beneficios de las compañías transnacionales en América Latina y el
Caribe crecieron en un 500%. No obstante, más de la mitad de estas
ganancias se enviaron a sus matrices. Sólo en 2011 las ganancias de
estas empresas alcanzaron los 113 mil millones de dólares. De éstas, más
del 55% abandona el país donde se generan, es decir, cerca de US$ 62
mil millones, el equivalente a llevarse la totalidad del PIB de Ecuador o
casi tres veces el PIB de Paraguay en el mismo año.
A comienzos de la década del setenta, el periodista y escritor uruguayo
Eduardo Galeano relataba con amplio detalle la descarnada crónica de
despojo y humillación a la que ha sido sometida Latinoamérica desde el desembarco de Colón. Plata, oro, salitre, azúcar, cacao, caucho y un largo etcétera de recursos naturales
arrasados en diversos puntos del continente a fin de enriquecer las
ambiciosas arcas de los imperios del norte, dejando como herencia la
miseria una vez agotada la veta y la tierra.
Cuarenta años después, Las venas abiertas
de América Latina permanece vigente como llamado a despertar la
conciencia de los pueblos oprimidos y manipulados por el poder
económico. “El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo
ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre
internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de
barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la
eternidad”. Éste es uno de muchos extractos que describen una coyuntura
que tristemente sigue replicándose una y otra vez.
Una muestra: recientemente CEPAL reportó que, durante la última década,
los beneficios de las compañías transnacionales en América Latina y el
Caribe crecieron en un 500%. No obstante, más de la mitad de estas
ganancias se enviaron a sus matrices. Sólo en 2011 las ganancias de
estas empresas alcanzaron los 113 mil millones de dólares. De éstas, más
del 55% abandona el país donde se generan, es decir, cerca de US$ 62
mil millones, el equivalente a llevarse la totalidad del PIB de Ecuador o
casi tres veces el PIB de Paraguay en el mismo año.
La maldición de los recursos naturales
Desde una perspectiva económica por ejemplo, resulta interesante
comparar la contra-historia relatada en Las Venas con lo que la
literatura económica denomina “la maldición de los recursos naturales”. De hecho, este último sería un título más que adecuado para la misma realidad descrita por Galeano.
La maldición se explica por la evidencia que constata que países ricos en recursos naturales
presentan un desempeño peor y con mayores desigualdades que aquellos
países pobres en recursos, aunque cabe destacar que el problema es la
dependencia, y no la abundancia, de estos recursos. Dentro de los
factores que explican este padecimiento hay de tipo económico, como la
tendencia de las monedas locales a fortalecerse y entorpecer otro tipo
de exportaciones, y de tipo político, derivados de la tendencia al
comportamiento corrupto de los actores, como consecuencia de las
disputas por el acceso a la renta económica de los recursos, generando
daños estructurales a nivel institucional.
El cómo escapar de la maldición ha sido materia de amplio estudio.
Dentro de la reflexión se cuenta el control del tipo de cambio, la
reinversión de los recursos en la población y el fortalecimiento
institucional. Pero en primer lugar, como lo señala el Nobel de
Economía, Joseph Stiglitz, “los países deben hacer más por garantizar
que sus ciudadanos reciban el valor total de los recursos”.
Siempre ha resultado inaceptable que una vez extraída la ganancia, la
población quede desnuda y desprotegida, como ocurrió con la crisis del
salitre a comienzos del siglo pasado. Ahora, al menos, podemos apreciar
que hay una ciudadanía consciente que no está dispuesta a seguir
tolerando el abuso. Ejemplo de ello es la crisis de la industria
salmonera en Chile. Sustentada por inmejorables condiciones naturales,
llegó a transformarse en el segundo exportador mundial de este producto.
Pero luego de una década de extraordinario éxito comercial, producto de
la desregulación y de las precarias prácticas sanitarias, sucumbió ante
un virus mortal para los peces y emigró hacia zonas australes.
En
Quellón el desempleo pasó de una tasa inferior al 2% en 2003 a casi un
15% en 2009, situación dramática para una comuna que vio casi triplicada
su población entre 1992 y 2008. Y como si fuera parte de un nuevo
capítulo de Las Venas, en la llamada a ser “capital del salmón” quedaron
los brazos caídos, un par de calles pavimentadas y el anhelo de un
nuevo hospital. Aunque las cifras de empleo han mostrado recuperación
durante el último tiempo, la insuficiente base material y abandono quedó
de manifiesto con el activo descontento que ha exigido recientemente
dignidad y mejoras concretas en la atención de salud.
El contexto actual
El modelo que vive la región se reorienta con la vuelta al Estado de los
gobiernos de izquierda o progresistas en otros casos -Venezuela (1999),
Brasil (2002), Argentina (2003), Uruguay (2005), Bolivia (2006),
Ecuador (2007), Paraguay (2008), cambiando el relato y el sentido de la explotación de recursos naturales,
con una orientación de carácter social y redistributivo, pero en la
esencia manteniendo y profundizado el modelo extractivista. Más aún,
gracias al explosivo aumento del precio de los recursos naturales a
nivel internacional, la región ha tendido a retroceder en términos de
industrialización, para volver a economías donde predominan las
exportaciones de materias primas. Este modelo se ha perpetuado en
aquellos países con gobiernos abiertamente neoliberales.
Latinoamérica
muestra una alta dependencia de los commodities. Estos representan casi
la cuarta parte de los ingresos fiscales de la región. En siete países
(que explican el 85% del PIB regional), la participación de bienes
primarios (de explotación
directa y sin elaboración) sobre el total de los ingresos fiscales es
considerable, variando entre el 10% y 49% para el período 2004-2008.
Adicionalmente, gran parte de estos commodities, el 80%, ha gozado de un
particular período de bonanza comercial, tal como lo demuestra el
ejemplo del cobre chileno. Sin embargo, la mayor parte de estas rentas
migran, y por otra parte, los gobiernos, capturados por la necesidad de
satisfacer la demanda social inmediata, caen en la tentación de
transformarlas en gasto, imposibilitando la reinversión en la región,
necesitada de reformas estructurales para abandonar la dependencia de la
explotación y exportación primaria.
El modelo avanza en una dirección que podría agudizar la maldición,
porque están atrapados en la lógica del crecimiento y el comercio
internacional como principal mecanismo para hacer políticas sociales.
Punto relevante de esta vuelta atrás ha sido la creciente relación
comercial con China que, en el discurso global, era aplaudida como una
relación Sur-Sur, pero en la práctica es aún más dependiente de recursos
naturales que los intercambios con Europa o Estados Unidos: en 2008,
del total de envíos de América Latina a China, el 69% correspondía a
bienes primarios, versus el 31% de Estados Unidos y 42% de Europa.
Hace un par de semanas atrás se realizó la Conferencia sobre Recursos
Naturales y Desarrollo Integral de la Región, convocado por la UNASUR.
Donde se reconoce el valor que tienen los recursos naturales para la
región, reforzando la idea de la “defensa de los derechos de propiedad
de los Estados sobre los recursos naturales”.
El cambio de manos de la propiedad de recursos genera ingresos y
dividendos valorables, pero tiene tremendos riesgos. El principal es,
sin duda, el riesgo de la democracia. En Estados con poco espacio para
la participación real, la población tiene nula capacidad para definir
qué modelo de desarrollo quiere y qué condiciones demandar para llevar a
cabo los proyectos estatales. Más aún, hemos visto una creciente
criminalización de las demandas sociales, que debilita a los movimientos
y amordaza sus demandas.
Tenemos al frente inmensos desafíos –que no estaban presentes al momento
en que Galeano escribió Las Venas- como el cambio climático, la
problemática de agua, la crisis alimentaria o la escasez energética.
Estos elementos configuran nuevos ingredientes de una maldición que sólo
puede ser eliminada si fortalecemos la institución democrática. Para
ello, es imperativo democratizar los Estados, recuperar las rentas
económicas de los recursos naturales, generar participación y
transparencia, y dotar a la ciudadanía de un rol activo en la
construcción de sociedad.
Francisco Pinto. Master en Economía Ambiental y Cambio Climático de la
London School of Economics. Investigador asociado al Centro de Economía
de los Recursos Naturales y Medio Ambiente (CENRE) de la Universidad de
Chile.
Dos recientes estudios han puesto en evidencia los posibles
problemas que generaría el consumo de productos transgénicos a nivel
mundial. En el primero, científicos australianos establecieron una
conexión directa entre el uso de alimentos manipulados y los daños
estomacales en los cerdos; el segundo experimento estuvo a cargo de
científicos de la Universidad de Caen (Francia), quienes alimentaron
durante cerca de dos años a doscientas ratas, con tres raciones de maíz
genéticamente tratado, propiedad de la multinacional Monsanto,
encontrando aparentes efectos negativos sobre la salud de los roedores.
Ante la resistencia de grupos ecologistas y varios gobiernos,
continentes como el europeo han rechazado de manera contundente a los
organismos genéticamente modificados (OGM). En países como Italia,
Alemania y Francia se prohibió por ejemplo el cultivo y exportación de
las semillas transgénicas obligando a las compañías líderes de la
agroquímica a replantear su modelo de negocio. Mientras esto pasa, en
Colombia la situación parece ser distinta.
Los profesores de la Universidad de Caen en Francia
encontraron que hay entre dos y tres veces más tumores en las ratas que
consumieron productos transgénicos.
Panorama nacional de los transgénicos
De acuerdo con los datos suministrados por el Instituto Agropecuario
(ICA), al cierre del año pasado se sembró un total de 75.046 hectáreas
de maíz, 28.178 ha de algodón genéticamente modificado y 12 ha de flores
(claveles y rosas azules). En el país hay 5 cultivos genéticamente
modificados aprobados para siembra de algodón, maíz, rosas azules,
claveles azules y soya.
Las características que considera el gobierno nacional para darle
espacio a este tipo de productos tienen que ver con la tolerancia a
herbicidas y la resistencia a insectos, dos elementos que se pueden
encontrar en un solo cultivo afectando la cosecha.
Según el ICA, en 21 departamentos del país los agricultores le
apuestan a la siembra de estos cultivos genéticamente modificados. En la
siembra del maíz se destaca el Tolima con 19.908 hectáreas; Córdoba con
16.605 ha y Meta con un total de 15.582 ha. En referencia al algodón,
Córdoba y Tolima siguen siendo los departamentos con mayor índice de
siembra con 13.727 y 6.309 hectáreas respectivamente. Cesar contribuye a
la medición con 4.673 ha.
Tomando en cuenta el caso de las flores GM (Genéticamente
Modificado), a las que se le ha modificado su color, el crecimiento en
2012 fue significativo y se debe tener en cuenta que el producto es
netamente de exportación para el mercado internacional.
María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de la Asociación de
Biotecnología Vegetal Agrícola, respalda el uso de los cultivos
biotecnológiocos afirmando que durante 16 años de comercialización a
nivel global, su contribución a la sostenibilidad ha sido importante.
“Es de destacar que esta es una de muchas herramientas que ayudará a
la humanidad a enfrentar los múltiples retos del futuro: producir más y
mejores alimentos para una población creciente y para enfrentar el
cambio climático”, agrega la vocera de Agro-Bio, quien señala que el el
aporte a la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad
al economizar suelo, la contribución a la lucha contra la pobreza y el
hambre y la reducción de la huella ecológica de la agricultura,
representan los elementos más importantes a la hora de cultivar
transgénicos.
En el país hay organizaciones que no están muy de acuerdo con estos
argumentos. Germán Ortíz es el director del grupo Semillas, encargado de
controvertir el uso del territorio colombiano para el cultivo de
productos con modificaciones.
Ortíz dice que la transformación de las especies es quizás el
elemento que ha generado un debate mundial por los impactos que pueden
generar estas modificaciones a nivel ambiental, socieconómico y en la
salud de humanos y animales.”Lo que se está haciendo es trasladar
información de organismos que nunca antes se habían cruzado entre sí de
tal forma que se pueda alterar la estabilidad de ese organismo, algo que
particularmente puede alterar algunos aspectos del ecosistema o de los
organismos que están a su alrededor”.
El representante de la organización Semillas cuenta que en Colombia
comenzó a aprobarse el uso y cultivos de transgénicos desde hace 11 años
con el algodón y en 2007 con la liberación comercial de maíz
modificado, algo que preocupa si se tiene en cuenta que “desde hace 15
años la población colombiana consume maíz sin tener la más remota idea
de si existe o no una reglamentación del impacto negativo de estos
productos”.
Ortíz comenta que desde 1990 Colombia era autosuficiente en la
producción y consumo de alimentos. Hoy en día, el país importa
masivamente el 85 % del maíz y el 95 % de la soya que consume. Estos dos
productos se constituyen como los transgénicos que se masifican por
excelencia en los cinco continentes.
La crisis algodonera de 2008
Con pérdidas cercanas a los $100.000 millones de pesos, el sector
algodonero sufrió una grave crisis con un 30% de cultivo afectado,
especialmente en los departamentos del Tolima y Córdoba. Algunas
instituciones, para enfrentar el invierno de esa época, trabajaron cultivos modificados y así limitaron las consecuencias negativas.
El senador del Polo Democrático Jorge Robledo denunció por esa época
que el gobierno de manera ilegítima permitió que se distribuyera entre
los productores tolimenses, sin las pruebas suficientes, la semilla
transgénica Monsanto DP-455, lo que posibilitó que casi 9.000 hectáreas
de algodón sufrieran drásticas reducciones en el nivel de producción.
“Después de más de 10 años de siembra del algodón transgénico podemos
decir que ha sido un gran fracaso (…) los agricultores del Tolima y
Córdoba se quebraron en 2008 con la siembra de variedades transgénicas
que le otorgó la multinacional Monsanto”, dice el director de la
fundación Semillas. Ortíz insiste en destacar que con estos cultivos,
solamente en el 2012, los agricultores de Córdoba perdieron más de
$72.000 millones de pesos con un algodón transgénico que tiene dos
características: resistencia herbicida y cultivos BT para el control de
plagas en los cultivos.
También recalca que los agricultores quedaron a la deriva porque
Monsanto no ha respondido por las pérdidas o los daños que se
presentaron en los últimos años, pero en cambio, sí está muy pendiente
de hacer cumplir los contratos que firman los cultivadores, además del
reconocimiento y el pago por las regalías de las patentes de estas
semillas. Para Ortíz, los agricultores no tienen quién los defienda, ya
que el ICA no ha hecho gran cosa para investigar sobre la afectación de
este tipo de tecnología.
María Uscátegui de Agro-Bio dice que en referencia al caso de los
algodoneros en 2008, el ICA (institución que regula estos cultivos)
realizó un estudio en el que se demostró que las plantaciones de algodón
(tanto convencionales como genéticamente modificadas) habían sido
afectadas por factores climáticos y las pérdidas no se generaron por
causa de la tecnología.
“Es importante destacar aquí que las semillas genéticamente
modificadas deben contar con los mismos cuidados que cualquier cultivo,
siguiendo buenas prácticas agrícolas para que se obtengan los mejores
resultados”.
Uscátegui alega que actualmente a pesar de la situación mundial del
mercado de algodón, los agricultores de regiones como Córdoba, Tolima,
Cesar y Sucre, entre otros, le siguen apostando a la siembra de este
producto con semillas genéticamente modificadas.
En el caso del maíz, la directora ejecutiva de la asociación que
promueve el uso de los elementos biotecnológicos, cree que se ha dado un
aumento significativo año tras año en la producción, ya que los
agricultores “están siendo testigos” de los beneficios de la tecnología
como la reducción de pérdidas de las cosechas a causa de las malezas y/o
las plagas; el uso más sostenible de los insumos químicos además de
otros beneficios indirectos que los agricultores “resaltan de la
tecnología” como la facilidad del manejo del cultivo y la mejora en la
calidad de vida del mismo agricultor.
Etiquetado y regulación
En 2011 el ministerio de la Protección Social estableció la
resolución 4254 por medio de la cual expide el reglamento técnico que
establece disposiciones relacionadas con el rotulado o etiquetado de
todos los alimentos derivados de Organismos Genéticamente
Modificados(OGM) con la identificación de materias primas para el
consumo que humano que los contengan.
Esta medida no cubre al aceite de soya, algodón, maíz o canola,
productos que se venden en el país y cuya fabricación es a base de
transgénicos. El argumento que da la legislación es que las materias
primas que se usan son iguales a las convencionales en cuanto a su
calidad nutricional.
Para el grupo Semillas, el etiquetado es una medida que se da por la
presión que tienen los consumidores o los ciudadanos en general para que
, por lo menos, se cuente con “el derecho fundamental” de poder decidir
qué se consume, esto se da en Europa donde hay una fuerte legislación.
La organización cree que en Colombia se cuenta con una resolución tan
débil y tan poco fuerte al exigir el etiquetado, que finalmente no
opera, lo que imposibilita tener el control sobre este tipo de
productos, sobre todo por la importación masiva de soya y maíz
transgénico que se está haciendo sin ningún control y sin ninguna
posibilidad de elección para los consumidores.
Así mismo insisten que mientras en Europa las etiquetas son
promovidas para sacar provecho del mercado pues los productos libres de
modificaciones se están vendiendo a un precio más alto, en Colombia sólo
se exige que las cajas que contienen alimentos transgénicos de otras
partes del mundo, contengan una marquilla a la entrada de los puertos,
pero en los supermercados, el comprador desconoce su origen.
En cuanto a la reglamentación Agro-Bio explica que Colombia cuenta
con una regulación para la aprobación, siembra, control y monitoreo de
los cultivos genéticamente modificados. La asociación dice que si el
agricultor decide adoptar la biotecnología, debe cumplir con unas normas
establecidas por la autoridad competente, el ICA, que es la encargada
de determinar si se puede sembrar, en donde y bajo que normas se debe
hacer.
Las semillas genéticamente modificadas que se encuentran actualmente
en el mercado son una herramienta más del abanico de posibilidades que
encuentra el agricultor y para la agrupación defensora de los
transgénicos, nadie obliga al comerciante a sembrar o no la semilla
genéticamente modificada.
Extraido de: http://www.kienyke.com/economia/transgenicos-un-demonio-en-el-que-cree-colombia/