Bogotá D.C., dic. 01 de 2011 - Agencia de Noticias UN-
La costa Pacífica nariñense tiene la mayor abundancia de manglares del
país y Tumaco es buen ejemplo. Esa riqueza natural está en riesgo si no
se controlan factores que degradan el ecosistema.
Según José Ernesto Mancera, director de la
Sede Caribe de la UN y experto en manglares, la deforestación y los
contaminantes químicos como el fósforo son problemas visibles en el
municipio porteño, aunque todavía se está a tiempo de tomar medidas
preventivas.
“Un elemento muy importante tiene que ver con
la alta contaminación por actividades domésticas. En la bahía de Tumaco
se arrojan grandes cantidades de fósforo, sustancia química que en
exceso genera un problema denominado eutrofización (abundancia
anormalmente alta de nutrientes), que también es muy negativo desde el
punto de vista de la productividad de las aguas”, explicó el profesor.
Un informe del Centro de Investigaciones
Oceanográficas e Hidrográficas del Pacífico, de la Dirección General
Marítima de Colombia (Dimar), sostiene que las altas concentraciones de
nitrógeno y fósforo pueden contribuir a problemas tales como bajos
niveles de oxígeno disuelto y a la eutrofización acelerada. “A las
variaciones como resultado de los fenómenos naturales se suman los
cambios causados por la intervención humana, asociados a vertimientos de
materiales a través de ríos, aguas residuales domésticas, actividades
industriales, agrícolas, marítimas, portuarias, entre otras”.
El Director de la UN en el Caribe afirmó que
los manglares pueden asimilar buena parte de esos nutrientes y evitar
que terminen en mar abierto. Además, tienen la capacidad de fijar el
dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto
invernadero que intervienen en el calentamiento global y en la
acidificación de los mares (descenso del pH natural), lo que afecta a
muchas especies.
“Hace poco se publicó un artículo internacional
que demuestra que los manglares son ecosistemas que acumulan y
secuestran gran cantidad de carbono, básicamente en las raíces. Este es
uno de los múltiples bienes y servicios que prestan”, resaltó el
biólogo.
Si bien los manglares todavía dominan el
paisaje tumaqueño, se observan sitios en donde están siendo destruidos
por personas, la mayoría desplazadas, que construyen allí viviendas
precarias.
La destrucción implica otros problemas, como la
disminución de fuentes de ingresos para los pescadores que viven de la
recolección de piangua, molusco abundante en estos lugares. Además, los
árboles pueden convertirse en una barrera que disminuiría los impactos
de un tsunami.
“En la medida en que conozcamos las funciones
de estos hábitats, podremos generar programas que eviten la tala
indiscriminada y permitan protegerlos”, recomendó Mancera, uno de los
expositores centrales del Curso-Taller Internacional Amenazas al Medio
Marino y Gestión del Riesgo, realizado en Tumaco entre la UN y la Dimar.
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