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domingo, 26 de junio de 2011

Calentamiento global: una verdad incómoda

La evidencia es abrumadora. La concentración de CO2 sigue aumentando. La temperatura sigue subiendo. La humanidad sigue tan campante, mientras los científicos angustiados dan la voz de alarma. Se acaba el tiempo. 

“El avance del calentamiento global y su efecto amplificado constituyen la crisis más peligrosa que nosotros hayamos encarado”. Al Gore
 
Conciencia ambiental y compromiso moral
El ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore hizo moñona en el 2007: su libro Una verdad Incómoda se convirtió en un best seller, ganó el premio Oscar con un documental basado en el libro, recibió el premio Príncipe de Asturias y, finalmente, se hizo acreedor al Premio Nobel de la Paz. Su liderazgo y empeño en mostrarle a la humanidad las causas del cambio climático y sus estragos, así como también el riesgo que entraña la falta de una reacción pronta y contundente le valió este reconocimiento.
En una conferencia reciente que dictó en Bogotá, el señor Gore comenzó por decir que “estamos frente a un reto para nuestra imaginación moral”[1] y exhortó a los gobiernos a que “entiendan que los asuntos ambientales son también de seguridad nacional, seguridad ambiental y un compromiso moral[2].
No pudo ser más oportuna su visita al país, afectado como el que más por la inclemente ola invernal, como secuela del cambio climático que trae consigo fenómenos extremos como las sequías (El Niño) e inundaciones (La Niña) que hemos padecido [3].
01-tablas-amylkar-05Como explicó en su disertación, ello obedece a que “por cada grado adicional de temperatura, el nivel de humedad aumenta en 7 por ciento; esta es la razón tras el aumento de la intensidad de las precipitaciones, las cuales a su vez amplían el espacio de los veranos, pues tarda más en completarse el ciclo de evaporación para reanudar las lluvias” [4]

El enemigo es el CO2
Este boom de la obra de Al Gore coincidió con la publicación del cuarto Informe del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change - IPCC), creado por las Naciones Unidas en 1988 e integrado por más de dos mil expertos, colaboradores y examinadores, provenientes de 194 países.
No es fácil alcanzar consensos entre un grupo tan heterogéneo de científicos. Sin embargo llegaron a una conclusión inequívoca: el calentamiento que ha experimentado la Tierra en las última décadas “se debe muy probablemente, con una seguridad del 90 por ciento, a las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero (GEI)”.  
Entre los mayores emisores de CO2 se cuentan en su orden la generación de energía, los cambios en el uso del suelo y la silvicultura, la agricultura y los procesos industriales. En particular, los combustibles de origen fósil –petróleo, carbón y gas, especialmente– son responsables del 80 por ciento de las emisiones de CO2 a la atmósfera, como se observa en la siguiente gráfica.  
  
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Los costos del compromiso moral
Y pensar que uno de los efectos de la debacle de Fukushima será precisamente la de aumentar su dependencia con respecto a combustibles fósiles, con todas sus consecuencias.
De hecho Alemania, la tercera potencia económica del mundo acaba de tomar una de las determinaciones más drásticas en esta materia: a sólo seis meses de haber anunciado un ambicioso plan de repotenciación de sus centrales nucleares, el gobierno acaba de dar un giro de 180 grados. Según su ministro del Medio Ambiente, “somos la primera gran nación industrial que da el viraje hacia las energías renovables…Tras largas consultas, la coalición de gobierno se puso de acuerdo para poner un término al recurso de la energía nuclear” [5]. Se prevé que 14 de los 17 reactores que están operando saldrán del servicio antes de finalizar el 2021 y los 3 últimos generadores que se instalaron quedarán reducidos a chatarra a más tardar en 2022. Es decir, que va en serio la decisión que el propio Ministro calificó de “irreversible”.
La energía que hoy suministran los reactores que dejarán de funcionar tendrá que suplirse a partir de otras fuentes renovables como la eólica y no renovables como el carbón y el gas. Se estima que este programa de reconversión tendrá un costo superior a 14.000 millones de euros. 

Y en Colombia: mea culpa ante los mamos
El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemora desde 1972, año de la Declaración de Estocolmo. La fecha habría pasado desapercibida de no ser por la visita del presidente Santos a Ciudad Perdida, Sierra Nevada de Santa Marta, y su nuevo encuentro con los mamos de las comunidades indígenas asentadas en este macizo montañoso.
Desde allí, Santos renovó su compromiso con las autoridades tradicionales sobre “lo que acordamos desde el pasado 7 de agosto” [6] de respetar y proteger el medio ambiente, al tiempo que se daba golpes de pecho y pronunciaba un sonoro mea culpa. Refiriéndose al medio ambiente manifestó que “lo hemos venido maltratando. Estamos sufriendo las consecuencias…esta ola invernal, la peor tragedia de nuestra historia, es parte de esa consecuencia” [7].  
Vale la pena recordar que este macizo singular es el más alto del mundo en una región costera, pues alcanza a elevarse a 5.775 metros sobre el nivel del mar a tan sólo 42 kilómetros de la costa Caribe. Fue declarado en 1979 Reserva de la Biosfera, del Hombre y de la Humanidad por parte de la UNESCO, pero sus glaciales están en vía de extinción, al igual que los demás nevados del país, por cuenta del cambio climático, tal como da cuenta la gráfica siguiente.

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Colombia es un país de contrastes: con la mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado y al mismo tiempo con las mayores vulnerabilidades frente al medio ambiente, amenazado por una acción depredadora que no se ha enfrentado con resolución y, peor aún, que el propio Estado ha cohonestado, cuando no propiciado en los últimos años [8]

Entre el escepticismo y la evidencia abrumadora
Aunque los escépticos insisten en su teoría de los ciclos [9], según la cual los períodos de calentamiento se alternan de manera recurrente con los de glaciación, según Al Gore “es asombrosa la correlación entre la temperatura y la concentración de CO2 en el transcurso de los últimos mil años, medida por el equipo de Thompson en el registro del hielo” [10].
Así lo constató el IPCC, al vaticinar para finales de este siglo un aumento entre 1,8 y 4 grados centígrados con respecto al siglo anterior, de no hacerse nada para evitarlo. Con razón el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, en su discurso de apertura de la reunión en la que se dio a conocer dicho informe, fue categórico al afirmar: “se acerca el día en el que el calentamiento climático escapará a todo control: estamos a las puertas de lo irreversible…No es tiempo de medias tintas”.
Los escépticos pueden llegar a tener razón, pero en todo caso a esta generación y a muchas más que nos sucederán no les tocará ver una nueva glaciación, pues la tendencia que se viene observando va en sentido contrario.
No se trata de hacer tremendismo, pero resulta innegable que el ritmo de aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se ha acelerado desde 1985, como explica Joham Stroem, del Instituto Polar Noruego, sobre la base de registros recogidos en el archipiélago Svalbard: “mirando atrás sobre los datos que tenemos de Zeppelin desde finales de la década de los 80, parece que el aumento se está acelerando (énfasis añadido)” [11].  

De acuerdo con Al Gore, “la concentración preindustrial de CO2 era de 280 partes por millón (ppm). En 2005, ese nivel medido en lo alto del Mauna Loa (Hawai), era de 381 ppm”; un gran salto, que se ha traducido en el alza sostenida de la temperatura promedio. Ya para 2007, la concentración de CO2 había alcanzado las 387 ppm, lo cual significa un crecimiento de alrededor del 40 por ciento con respecto a la era preindustrial, alcanzando el pico más elevado de los últimos 650.000 años.  
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Fuente: PNUD - IDH 2007/2008

Gases de efecto invernadero: de mal en peor
El codirector del IPPC, Martin Parry, afirma que a pesar de todo lo que se ha hablado sobre esta problemática, la situación real va de mal en peor. “Los niveles de gases de efecto invernadero continúan aumentando en la atmósfera y la media de ese crecimiento se está acelerando. Ya estamos observando los impactos del cambio climático y su escala puede acelerarse mientras decidimos hacer algo” [12].
En efecto, mientras en el período que va entre 1970 y 2000, la concentración aumentó a una cadencia de 1,5 ppm al año, desde 2000 crece en promedio 2,1 ppm; ya para 2007 el crecimiento medio anual fue de de 2,14 ppm (el cuarto de los seis últimos años en el que se registra un incremento superior a 2). Lejos de amainar, las emisiones de GEI crecen aceleradamente. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), durante el 2008 las emisiones de CO2 a la atmósfera alcanzaron la cifra de 29,3 gigatoneladas (Gt) y luego se redujeron hasta 29 Gt por efecto de la recesión económica.
Tras este paréntesis coyuntural, durante el 2010 dichas emisiones se dispararon de nuevo alcanzando las 30,6 Gts, un 5 por ciento superior a la marca anterior alcanzada en 2008 y batiendo todos los récords. “El mayor crecimiento en la historia[13] advirtió Christiania Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático.
Los investigadores consideran que este cambio podría indicar que la Tierra está perdiendo su capacidad natural para absorber millones de toneladas de CO2 al año, de allí el crecimiento inercial de su concentración. En este sentido, advierten que si una mayor cantidad de CO2 permanece en la atmósfera, las emisiones tendrán que reducirse más de lo previsto para evitar niveles peligrosos del calentamiento global.

En América Latina y en Colombia
Las emisiones de CO2 por habitante en América Latina y el Caribe (3,9 por ciento) son sensiblemente menores que las de los países industrializados (Estados Unidos 19 por ciento, Japón 9,5 por ciento y Alemania 10 por ciento). Colombia por su parte registra 1,4 por ciento, muy por debajo del promedio de la región y aporta apenas el 0,3 por ciento del total de las emisiones de GEI. No obstante, preocupa el ritmo de crecimiento de las mismas en Latinoamérica, 2,6 por ciento anual.
Empero, según la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, la región está lista para comprometerse a reducir las emisiones de GEI en 20 por ciento mediante la eficiencia energética. “Nos debemos posicionar como una región muy proactiva en este tema. La eficiencia es quizás la mejor vía para la seguridad energética y climática¨ [14], aseveró.

La verdad incómoda: no se ha hecho nada
Una de las metas fijadas a partir de las negociaciones del Post Kyoto es la de tener a raya el aumento de la temperatura, para que este no supere los 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales –el umbral que separa lo asumible de lo catastrófico.
Según la AIE, para cumplir esta meta sería preciso que “la concentración en la atmósfera de CO2 y otros gases de efecto invernadero no supere las 450 partes por millón”, lo cual supone que durante los próximos 10 años no sobrepasemos un nivel anual de 32 Gts es decir, el margen de maniobra es cada vez menor [15]. Y así, como anota Fatih Birol, Economista Jefe de la AIE, lo ocurrido en el 2010 “es la peor noticia sobre emisiones. Se está volviendo difícil mantenerse por debajo de los dos grados centígrados. La perspectiva es sombría[16].
Y no es para menos, dado que según el profesor Richard Stern, de la London School of Economics, “de continuar esta tendencia hay un cincuenta por ciento de posibilidades de un aumento en la temperatura promedio del mundo de más de 4 centígrados para 2100. Un calentamiento así puede interrumpir la vida y los medios de vida de cientos de millones de personas en todo el planeta, y llevará a una migración masiva y al conflicto”[17].
Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCCC) lo reconoce francamente: “Esta es la verdad incómoda. Las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas seguirán sin mucha oposición internacional, ahora y en el futuro”[18].
Se acaba el tiempo
La próxima Conferencia del Clima, que tendrá lugar en Durbán (Suráfrica) deberá tomar nota de esta preocupante y aterradora perspectiva. Christiana Figueres ha sido enfática: “no aceptaré el argumento de que esto es imposible. Los gobiernos deben hacerlo posible para la sociedad, la economía y la ciencia”, antes de que sea demasiado tarde”.
Ya lo había advertido el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) correspondiente a 2007/2008: “el cambio climático es una tragedia humana en ciernes. Permitir que esa tragedia siga su curso sería un error político digno de ser catalogado como ultraje a la conciencia de la humanidad”.
“Esto ya no es un problema medioambiental –sostiene Gilding– . Cómo respondamos ahora decidirá el futuro de la civilización humana. Somos la gente por la que hemos estado esperando. Ya no hay nadie más. Ya no hay otro momento. Somos nosotros, ahora”[19]
Los negociadores del Post Kyoto tienen la palabra al respecto.

  
* Ex presidente del Congreso de la República

Produce UAM bacterias para remediar suelos contaminados

Mediante un proceso de selección artificial, investigadores del departamento de Energía de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco (UAM-A), reproducen bacterias naturales en grandes cantidades para remediar suelos contaminados por hidrocarburos.
El proceso consiste en aislar algunas bacterias generadas en los suelos dañados por compuestos orgánicos (hidrocarburos) para ser “entrenadas”, es decir, alimentadas mediante condiciones especiales dentro de un reactor a fin de reproducirse y posteriormente liberarlas para limpiar la misma superficie afectada.

El investigador Jorge Francisco Rodríguez González, titular del proyecto, explicó que con esta tecnología se descontaminan suelos, agua y aire, pues estos microbios son los encargados de comerse diferentes sustancias dispersas en la zona y regresar los sitios perjudicados a la vida natural (transformado casi todo en agua y bióxido de carbono).

En suelos afectados, por ejemplo, donde son explotados los recursos energéticos como el petróleo y el gas natural, dan lugar a algunas bacterias llamadas pseudomonas, las cuales nacen, crecen y se reproducen “alimentándose” principalmente de estos combustibles.
Son estas zonas deterioradas, indicó Rodríguez González, donde es aplicado el proceso para eliminar las sustancias dañinas. Así, tras separar estos microbios aerobios (bacterias que viven del aire) se colocan en un reactor equipado con agua a una temperatura controlada, con una bomba de aire y un tiempo de residencia también inspeccionado.

Dentro del contenedor se instala un medio de cultivo selectivo a través de nutrientes (nitrógeno, potasio y fosforo) para favorecer el crecimiento de las bacterias y el mejor “entrenamiento” con el interés de volverlas más activas, pero sin perder el método natural de reproducción.
“Con esta tecnología y mediante el método de bioaumentación reproducimos los microbios que obtuvimos del suelo afectado”. Sin embargo, el experto de la UAM-A subrayó que la técnica debe controlarse de manera constante, es decir, resulta necesario renovar el caldo del reactor para evitar que otras bacterias alteren y perjudiquen el cultivo.

De esta manera, apuntó el ingeniero químico, son reproducidas en cantidades superiores y logran propagarse hasta 200 veces más para ser liberadas sobre la zona dañada por los combustibles o hidrocarburos, los cuales cuentan con sustancias tóxicas como el benceno, tolueno y xilenos.
Esta biotecnología, aseguró Rodríguez González, es capaz de degradar las mismas sustancias con los microbios reproducidos a fin de limpiar suelos afectados, en un lapso de unas semanas. “De lo contrario, el proceso puede tomar más de cien años si esperamos que las  bacterias desintegren el petróleo de manera natural”, resaltó el investigador.
Otras ventajas que ofrece esta tecnología son poca inversión económica en su implementación y que realiza una limpieza profunda en la zona afectada, además de evitar el paso de contaminantes de un ambiente a otro, como sucede en un lavado.

A decir del científico de esta casa de estudios, un proceso similar fue efectuado en el pasado derrame de petróleo ocurrido en el Golfo de México, donde hubo daño al ecosistema mexicano por el hundimiento de una plataforma.

Cabe mencionar que antes de liberar los microorganismos debe implementarse una investigación con el propósito de conocer la localidad afectada y de esta manera impedir generar sustancias más dañinas, además es recomendable ocupar sólo las bacterias originadas en la zona, pues son las que están “entrenadas” para resolver el problema, concluyó Rodríguez González.

La investigación que inició en 1994 tuvo la participación de diversos investigadores del área de Procesos y Medio Ambiente de la UAM-A. Asimismo, cuenta con una patente otorgada en 2004 por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. (Agencia ID)

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viernes, 24 de junio de 2011

El escándalo de los agrocombustibles en los países del Sur. Los daños ecológicos y sociales

La idea de extender el cultivo de los agrocombustibles en el mundo y particularmente en los países del Sur es desastrosa. Ella forma parte de una perspectiva global de solución a la crisis energética. En los próximos 50 años tendremos que cambiar de ciclo energético, pasando de la energía fósil, que es cada vez más rara, a otras fuentes de energía. En el corto plazo es más fácil utilizar lo que es inmediatamente rentable, es decir los agrocombustibles. Esta solución, al reducirse las posibilidades de inversión y al esperar ganancias rápidas, parece la más requerida a medida que se desarrolla la crisis financiera y económica.
 
Como siempre, en un proyecto capitalista, se ignora, lo que los economistas llaman, las externalidades, es decir, lo que no entra dentro del cálculo del mercado, para el caso que nos preocupa, los daños ecológicos y sociales.
Para contribuir a la solución de la crisis energética con un porcentaje de entre el 25 y el 30% de la demanda, se tendrá que utilizar centenas de millones de hectáreas de tierras cultivables para la producción de agroenergía, en su mayor parte en el Sur, ya que el Norte no dispone de la superficie cultivable suficiente.
Se tendrá, igualmente, según ciertas estimaciones, que expulsar de sus tierras a por lo menos 60 millones de campesinos. El precio de estas “externalidades” no pagado por el capital sino por la comunidad y por los individuos, es espantoso.
Los agrocombustibles son producidos bajo la forma de monocultivos, que destruyen la biodiversidad y contaminan los suelos y el agua.
Personalmente, he caminado kilómetros en las plantaciones del Chocó, en Colombia, y no he visto ni una ave, ni una mariposa, ni un pez en los ríos, a causa del uso de grandes cantidades de productos químicos, como fertilizantes y plaguicidas. Frente a la crisis hídrica que afecta al planeta, la utilización del agua para producir etanol es irracional. En efecto, para obtener un litro de etanol, a partir del maíz, se utiliza entre 1200 y 3400 litros de agua. La caña de azúcar también necesita enormes cantidades de agua. La contaminación de los suelos y del agua llega a niveles hasta ahora nunca conocidos, creando el fenómeno de “mar muerto” en las desembocaduras de los ríos (20 Km² en la desembocadura del Mississippi, en gran medida causado por la extensión del monocultivo de maíz destinado al etanol). La extensión de estas culturas acarrea una destrucción directa o indirecta (por el desplazamiento de otras actividades agrícolas y ganaderas) de los bosques y selvas que son como pozos de carbono por su capacidad de absorción.
El impacto de los agrocombustibles sobre la crisis alimentaria ha sido comprobado. No solamente su producción entra en conflicto con la producción de alimentos, en un mundo donde, según la FAO, más de mil millones de personas sufren de hambre, sino que también ha sido un elemento importante de la especulación sobre la producción alimentaria de los años 2007 y 2008.
Un informe del Banco Mundial afirma que en dos años, el 85% del incremento de los precios de los alimentos que precipitó a más de 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (lo que significa hambre), fue influenciado por el desarrollo de la agroenergía. Por esta razón, Jean Ziegler, durante su mandato de Relator Especial de las Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, calificó los agrocombustibles de “crimen contra la humanidad”, y su sucesor, el belga Olivier De Schutter, ha pedido una moratoria de 5 años para su producción. 

La extensión del monocultivo significa también la expulsión de muchos campesinos de sus tierras. En la mayoría de los casos, aquello se realiza por la estafa o la violencia. En países como Colombia e Indonesia, se recurre a las Fuerzas Armadas y a los paramilitares, quienes no dudan en masacrar a los defensores de sus tierras. Miles de comunidades autóctonas, en América Latina, en África y en Asia, son desposeídas de su territorio ancestral. Decenas de millones de campesinos ya han sido desplazados, sobre todo en el Sur, en función del desarrollo de un modo productivista de la producción agrícola y de la concentración de la propiedad de la tierra. El resultado de todo esto es una urbanización salvaje y una presión migratoria tanto interna como internacional.
Es necesario igualmente anotar que el salario de los trabajadores es bien bajo y las condiciones de trabajo generalmente infrahumanas a causa de las exigencias de productividad. La salud de los trabajadores es también afectada gravemente.
Durante la sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las empresas multinacionales europeas en América Latina, realizada paralelamente a la Cumbre europea-latinoamericana, en mayo del 2008, en Lima, fueron presentados muchos casos de niños con malformación, debido a la utilización de productos químicos en el monocultivo de plátano, soya, caña de azúcar y de palmeras.
Decir que los agrocombustibles son una solución para el clima, está igualmente a la moda. Es verdad que la combustión de los motores emite menos anhídrido carbónico en la atmosfera, pero cuando se considera el ciclo completo de la producción de la transformación y de la distribución del producto, el balance es más atenuado. En ciertos casos, se convierte en negativo en relación a la energía fósil.
Si los agrocombustibles no son una solución para el clima, si solo lo son de una manera marginal, para mitigar la crisis energética, y si ellos acarrean importantes consecuencias negativas, tanto sociales como medio ambientales, tenemos el derecho de preguntarnos por qué ellos tienen tanta preferencia.
La razón es que a corto y mediano plazo ellos aumentan de manera considerable y rápidamente la tasa de ganancia del capital. Es por esto que las empresas multinacionales del petróleo, del automóvil, de la química y del agronegocio, se interesan al sector. 

Ellos tienen como socios al capital financiero (George Soros, por ejemplo), los empresarios y los latifundistas locales, herederos de la oligarquía rural. Entonces, la función real de la agroenergía es en la práctica ayudar a una parte del capital a salir de la crisis y a mantener o eventualmente aumentar su capacidad de acumulación.
En efecto, el proceso agroenergético se caracteriza por una sobreexplotación del trabajo, el desconocimiento de las externalidades, la transferencia de fondos públicos hacia el sector privado, permitiendo ganancias rápidas, pero también una hegemonía de las compañías multinacionales y una nueva forma de dependencia del Sur con respecto al Norte. Todo aquello es presentado con la imagen de benefactores de la humanidad ya que producen "energía verde". En lo que concierne a los gobiernos del Sur, ellos ven ahí una fuente de divisas útiles de mantener, entre otros, el nivel de consumo de las clases privilegiadas.
Por lo tanto, la solución es reducir el consumo, sobre todo del Norte e invertir en nuevas tecnologías (solar especialmente). La agroenergía no es un mal en sí y puede aportar soluciones interesantes a nivel local, a condición de respetar la biodiversidad, la calidad de los suelos y del agua, la soberanía alimentaria y la agricultura campesina, es decir, lo contrario de la lógica del capital. En Ecuador, el Presidente Correa ha tenido el coraje de detener la explotación del petróleo de la reserva natural del Yasuni. Esperemos que los gobiernos progresistas de América Latina, de África y de Asia, tengan la misma firmeza. Resistir en el Norte como en el Sur, a la presión de los poderes económicos es un problema político y ético.
Por lo tanto, denunciar el escándalo de los agrocombustibles en el Sur se constituye en un deber.  

François Houtart es ex-catedrático de la Universidad Católica de Lovaina, fundador del Centro Tricontinental y autor del libro: El Escándalo de los Agrocombustibles para el Sur, Ediciones La Tierra y Ruth Casa editorial, Quito, 2011.
Agencia Latinoamericana de Informacion
http://alainet.org

Efecto Invernadero, consecuencias del efecto invernadero

Efecto Invernadero, consecuencias del efecto invernadero. Ahora te entregaremos un breve resumen acerca de las causas, efectos y lo que provoca el tan mencionado Efecto Invernadero.
Lo primero que debes saber es que el clima de muestro planeta es variable. A lo largo de los 4.600 millones de años de vida de la Tierra han existido fluctuaciones climáticas que han sido muy grandes. En algunas épocas, el clima ha sido más cálido y otras más frio y en algunas ocasiones estos cambios se han sucedido bruscamente.


En los últimos 1,8 millones de años se han suscitado varias extensas glaciaciones alternándose con épocas de mejor clima, similar al actual. A estas épocas se las conoce como interglaciaciones. La diferencia de temperaturas medias en la Tierra entre una época glacial  y otra como la que vivimos actualmente es de sólo 5ºC a 6ºC.
Lo importante de ese dato es que con diferencias tan pequeñas en la temperatura podemos pasar de una era en donde los casquetes polares prácticamente cubren el planeta, a una era como la actual.
Es por eso que tenemos que tener presente que variaciones pequeñas en la temperatura del planeta, digamos 2ºC o 3ºC podrían originar transformaciones importantes y muy rápidas en el clima, afectado no sólo nuestro planeta, si no también nuestra forma de vida.
Dentro de un invernadero la temperatura es más elevada que en el exterior debido a que entra más energía de la que sale, dada la estructura del invernadero, sin necesidad de que empleemos algún tipo de calefacción para calentarlo.

Nuestro planeta simula un efecto similar de retención del calor gracias a algunos gases atmosféricos. La temperatura de la Tierra es aproximadamente 15ºC, pero si la atmósfera no existiera sería de -18ºC.
Se conoce como efecto invernadero por similitud, ya que la acción física por la que se produce el fenómeno en completamente diferente a la que sucede en un invernadero de plantas.

El efecto invernadero se produce porque la energía que provienen desde el sol, al venir e un cuerpo de muy elevada temperatura, está formada por ondas de frecuencias altas que penetran la atmósfera fácilmente. La energía remitida hacia el exterior, desde nuestro planeta, al proceder de un cuerpo más frio, está formada por ondas de frecuencias bajas, y es absorbida por los gases de efecto invernadero.
Esta retención de la energía provoca que la temperatura sea más alta, aunque es necesario que entiendas muy bien que, en definitiva, en condiciones normales, es proporcional la cantidad de energía que llega al planeta que la que este emite. Si no fuera de esta manera, la temperatura de la Tierra habría ido en aumento constantemente, con consecuencias fatales para la vida.
De forma muy simplificada, podríamos decir que el efecto invernadero lo que provoca es que la energía que llega a la Tierra sea “devuelta” más lentamente, por lo que es almacenada por más tiempo junto a la superficie y se esa manera se mantiene la temperatura controlada.

En el último siglo la acumulación de anhídrido carbónico y otros gases invernadero en la atmósfera ha ido incrementándose constantemente debido a la actividad humana.

A principios de siglo por la quema de grandes extensiones de masas de vegetación para ampliar las tierras decultivoy en los últimos tiempos por el uso masivo de combustibles fósiles, como el petróleo, carbón y gas natural, para obtener energía y por los múltiples procesos industriales.
La comunidad científica piensa que a mayor concentración de gases de efecto invernadero se producirá un incremento en la temperatura de la Tierra. De hecho, a partir de 1979, los científicos han comenzado a afirmar que un aumento del doble de la concentración de CO2 en la atmósfera significará un calentamiento promedio de entre 1,5 y 4,5 ºC.
Estudios más recientes sugieren que el calentamiento se produciría más rápidamente sobre tierra firme que sobre los mares.

De esa forma, al principio los océanos más fríos absorberían una gran parte del calor adicional retrasando el calentamiento de la atmósfera. Sólo cuando los océanos lleguen a un nivel de equilibrio con los más altos niveles de CO2 se producirá el calentamiento final.
Como consecuencia del retraso provocado por los océanos, los científicos no esperan que la Tierra se caliente todos los 1.5 – 4.5 ºC hasta hace poco previstos, incluso aunque el nivel de CO2 suba a más del doble y se añadan otros gases con efecto invernadero. En la actualidad el IPCC predice un calentamiento de 1.0 a 3.5ºC para el año 2100.


Los estudios más recientes indican que en los últimos años se ha producido un aumento de la temperatura media de la Tierra de algunas décimas de grado. Dada la enorme complejidad de los factores que afectan al clima es muy difícil saber si este ascenso de temperatura entra dentro de la variabilidad natural (debida a factores naturales) o si es provocada por aumento del efecto invernadero provocado por la actividad humana.

No es posible predecir con granseguridadlo que pasaría en las distintas regiones del planeta, pero es posible que los desiertos se hagan más cálidos pero no más húmedos, lo que tendría graves consecuencias en el Oriente Medio y en África donde el agua es escasa.

Entre un tercio y la mitad de todos los glaciares del mundo y gran parte de los casquetes polares se derretirían, con consecuencias nefastas en el clima y provocando cientos de inundaciones.
Grandes superficies costeras podrían desaparecer inundadas por las aguas que ascenderían de 0,5 a 2 m., según diferentes estimaciones. Aproximadamente 118 millones de personas podrían ver inundados los lugares en los que viven por la subida de las aguas.

Tierras agrícolas se convertirían en desiertos y, en general, se producirían grandes cambios en los ecosistemas terrestres. Estos cambios supondrían un gran desequilibrio en nuestra sociedad, que en un tiempo relativamente breve tendría que hacer frente a muchas obras de contención del mar, emigraciones de millones de personas, cambios en los cultivos y otras consecuencias imprevisibles.

lunes, 20 de junio de 2011

La Calera se convertiría en bosque de cemento

El proyecto aliviaría el ascenso al municipio por la calle 85. - Fotos: A. Felipe Castaño / Unimedios
El proyecto aliviaría el ascenso al municipio por la calle 85. - Fotos: A. Felipe Castaño / Unimedios

 
Bogotá D.C., jun. 16 de 2011 - Agencia de Noticias UN- El proyecto incluido en el reciente Plan de Ordenamiento Territorial de construir una vía panorámica que conecta el casco urbano de La Calera con Bogotá amenaza con destruir los ecosistemas de la zona. 

Bosques, páramos, reservas naturales y cerros del municipio de La Calera están en riesgo de transformarse en una gran vía panorámica que se conectará con Bogotá. Los habitantes temen que estas modificaciones a la naturaleza, además de agotar el agua, sigan alimentando las catástrofes ambientales.
Así lo señalan habitantes de este municipio de Cundinamarca, quienes exigen que se proteja el páramo y otras áreas naturales de las construcciones planeadas, para evitar la pérdida del abastecimiento hídrico y catástrofes en épocas invernales o de sequía. 

Juan Manuel Rosso, ambientalista de la Universidad Nacional de Colombia, elaboró una serie de mapas de riesgo que evidencian cómo se generarían alteraciones importantes en la principal estructura ecológica de la zona, la red de espacios y corredores que sostienen y conducen la biodiversidad y los procesos ecológicos esenciales (definidos por el Acuerdo 248 de 2006 del Concejo de Bogotá).
Según Rosso, se busca sustraer fragmentos de capa vegetal que corresponden al suelo de conservación del agua y construir sobre estas áreas viviendas campestres y servicios hoteleros. Por otra parte, en el POT se desconoce el número de acueductos veredales existentes (61) y apenas se georreferencian 39; entretanto, la construcción de la carretera se haría en medio del bosque. 

El proyecto pretende aliviar la entrada a La Calera al descongestionar el ascenso por la calle 85; sin embargo, ello va en contra del ordenamiento nacional ambiental, pues fraccionaría el ecosistema y relictos de bosque quedarían convertidos en cemento, dice el botánico Orlando Rangel, investigador del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la UN. Asimismo, el proyecto de construcción de viviendas, restaurantes y hoteles de hasta ocho pisos de altura tendría un grave impacto para las zonas de recarga de acuíferos, el paisaje y la vegetación nativa.
La Ley 382 de 2010 (Código de Minas) impide el otorgamiento de licencias ambientales para la explotación en zonas de páramo y subpáramo, pero el POT de La Calera, en su artículo 24, fija la altura a partir de los 3.200 metros sobre el nivel del mar (msnm), es decir que deja abierto el proyecto de construcciones, explotaciones y actividades agropecuarias desde la falda de la montaña hasta los 3.200 msnm. No obstante, Rangel subraya que no se puede definir un páramo por la altitud, sino por las características del terreno.

Un acuerdo muy amplio
“Si dejamos desaparecer esta capa natural, que parece insignificante, sumada a todas las que se pierden a lo largo y ancho del territorio colombiano por acciones como la minería, y que van a parar al río Magdalena, se volverán a presentar los derrumbes e inundaciones que tienen en emergencia al país”, asegura el profesor Jaime Ramírez, del Departamento de Biología de la UN. 

Agrega que el equilibro hídrico se mantiene gracias a la cobertura vegetal, ya que todos los arbustos y especies de plantas propias del ecosistema de páramo se encargan de filtrar, retener el agua en época de invierno y administrarla durante la sequía para que nunca falte. Cuando su pérdida se presenta más allá del 30%, además de erosionar los suelos, se agota este recurso, que es lo que está sucediendo.
Aunque inicialmente la Corporación Autónoma Regional (CAR) y el municipio de La Calera concertaron que no habría construcciones de ningún tipo entre los cerros orientales y la zona de amortiguamiento (territorios adyacentes a las Áreas Naturales Protegidas que por su ubicación requieren tratamiento especial para su conservación), lo cierto es que el Acuerdo 011 aprobado en agosto del 2010 permite la construcción de vías y viviendas campestres, asegura Juana Micán, miembro del Grupo de Acciones Públicas (GAP) de la Universidad del Rosario, que representa a un grupo de habitantes del municipio. 

El secretario de Planeación de La Calera, arquitecto Luis Eduardo Rodríguez, en representación del Alcalde, afirmó que el municipio garantiza el respeto por las normas ambientales, pero no puede desconocer la expansión urbanística (actualmente hay 27 mil habitantes y se espera que en el 2019 haya 30 mil más), y la autosostenibilidad del municipio que exige un sistema vial integrador de zonas.

Especies en riesgo
Con la fragmentación de los bosques altoandinos y los subpáramos de La Calera se modifican también los procesos de distribución y la densidad de las poblaciones de flora y fauna.
Así lo demuestran estudios adelantados en la zona para observar la dinámica de las especies. Por ejemplo, los frailejones (que crecen un centímetro al año) han disminuido por la acción de las siembras. En el caso de los animales, una investigación realizada por Rafael Moreno y Jesús Orlando Rangel evidenció que las lagartijas, ante la reducción de su hábitat, han cambiado la dinámica reproductiva y su población es más escasa, lo que amenaza su existencia. 

“La zona por donde se construirá la vía es propiedad de cultivadores de papa que han modificado paulatinamente la cobertura vegetal original con los cultivos. De esta manera ilegal se preparan los terrenos, y una vez se requiera el otorgamiento de permisos ambientales para iniciar la construcción de la vía, se determinará que no había vegetación”, afirma Jack Rotlewicz, habitante de la vereda Torca, quien además asegura que desde 1998 hay un acuerdo de la CAR que limita los usos de cultivo de papa y de ganadería en alta montaña. 

Acciones
El GAP ha radicado derechos de petición dirigidos a las autoridades competentes, al municipio, a la CAR y al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT), con el fin de hacer cumplir las disposiciones que rigen para la protección efectiva de las zonas de especial importancia ambiental, impidiendo la construcción y explotación agrícola inadecuada e incompatible y usos discordantes en dichas zonas.
Las inquietudes esbozadas por el GAP han tenido eco en el MAVDT, de tal suerte que el 25 de febrero del 2011 se remitió copia del derecho de petición a la Procuraduría General de la Nación, para que esta realice las investigaciones pertinentes. 

Entretanto, sigue la preocupación de los habitantes del municipio de La Calera como Jorge Venegas y Cristina Sánchez, quienes manifiestan que la siembra de papa, la tala de árboles y el desarrollo urbanístico indiscriminado ponen en peligro sendos acueductos veredales importantes para el sustento de la comunidad.

Hay que devolverle el terreno robado al río Bogotá

Cerca de 60 mil damnificados, 30 mil hectáreas inundadas y cuantiosas pérdidas fueron los resultados de la ola invernal en Bogotá.
Cerca de 60 mil damnificados, 30 mil hectáreas inundadas y cuantiosas pérdidas fueron los resultados de la ola invernal en Bogotá.

Para mitigar los daños se diseñó un plan de emergencias contra inundaciones y fenómenos de remoción en masa. - Fotos: Víctor Manuel Holguín / Unimedios
Para mitigar los daños se diseñó un plan de emergencias contra inundaciones y fenómenos de remoción en masa. - Fotos: Víctor Manuel Holguín / Unimedios

Restablecer la comunicación entre los sistemas hídricos superficiales (humedales) y permitir el curso original del río es la solución más coherente, aseguran expertos.
Restablecer la comunicación entre los sistemas hídricos superficiales (humedales) y permitir el curso original del río es la solución más coherente, aseguran expertos.

Bogotá D.C., jun. 17 de 2011 - Agencia de Noticias UN- La desecación de las laderas del afluente, así como la obstrucción de su cauce natural con sistemas hidráulicos como jarillones y canales, son los responsables del desbordamiento del río Bogotá. 

El aumento de las lluvias por causa del fenómeno de La Niña mantuvo en alerta roja a las localidades de Engativá, Kennedy, Bosa, Fontibón y Suba, por riesgo del desbordamiento del río Bogotá. La situación dejó cerca de 60 mil damnificados, 30 mil hectáreas inundadas y cuantiosas pérdidas que solo en el sector agropecuario, hasta mayo del 2011, sumaron cerca de 300 mil millones de pesos. Esta crisis, señalan los expertos, no obedece particularmente a los fenómenos climatológicos, sino que “es la consecuencia de haberle robado territorio al sistema hídrico del río”. 

“Hace 30 mil años, la Sabana de Bogotá era un gran sistema acuático compuesto por lagos, pantanos y humedales. Una superficie de suelo que por su apariencia plana y encharcada empezó a ser desecada por el hombre. Desde entonces se generó el problema que hoy agobia a la ciudad”, explica el director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, Gerardo Ardila, quien a través de la investigación compilada en el texto Territorio y sociedad: el caso del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad de Bogotá, analiza la problemática actual de la capital.

El uso de vegetación de alto consumo de agua como los pinos y los eucaliptos hizo parte de la estrategia urbanizadora que avanzó a gran velocidad desde la segunda mitad del siglo XX. Posteriormente, se pasó al relleno continuo de los cuerpos de agua con escombros y basura para habilitar espacios de cultivo y construcción, sin tener en cuenta la historia hídrica, asegura el biólogo Gabriel Guillot, quien participó en el diseño del Protocolo de Rehabilitación de Humedales Urbanos en el 2006, con el propósito de iniciar la recuperación de 14 de estos ecosistemas que aún sobreviven: “Corresponden a cerca del 10% de los que existían antes del siglo XX”, dice Guillot. 

A esta situación se suma el asentamiento de barrios en las zonas borde de los ríos de la ciudad, legalizados tras el aumento de su población, y la construcción de sistemas de control de los caudales como jarillones y canales. “De esta manera se ha propiciado la condena del río, que hoy busca recuperar el espacio que se le ha quitado”, explica Luis Alejandro Camacho, ingeniero del Laboratorio de Ensayos Hidráulicos de la UN.

Alternativas para superar la crisis
Las propuestas para mitigar los daños inmediatos y evitar que se presenten reproducciones en el futuro incluyen un plan de emergencias contra inundaciones y fenómenos de remoción en masa, a partir de acciones estructurales, como lo establece el Decreto 193 de mayo de 2011, indica Guillermo Escobar, director del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (Fopae). 

Según el funcionario, “ello implica el dragado del río Bogotá en puntos determinados, el realce y reforzamiento de jarillones, el desarrollo de obras de mitigación y la relocalización de familias provenientes de las zonas de emergencia”. Dicha estrategia, que permitirá la adecuación hidráulica y la recuperación ambiental de la Sabana, está contenida en el plan de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), la Secretaría Distrital de Ambiente y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Tendrá una inversión de aproximadamente 5,5 billones de pesos. 

Así, la adecuación hidráulica del río desde Puente La Virgen, en el municipio de Cota, hasta Alicachín, en el municipio de Soacha, en un tramo de 68 kilómetros, comprende la ampliación y optimización de la Planta de Tratamiento El Salitre, el mejoramiento ambiental del sistema hídrico y un plan de manejo integral del agua, entre otros aspectos, que requerirán la financiación del Banco Mundial. El ingeniero Camacho califica esta medida como viable en cuanto concibe devolverle espacio al río a través de zonas inundables controladas; sin embargo, subraya, “se debe dejar de pensar tanto en la ampliación de los jarillones y por el contrario romperlos en zonas controladas para que el río pueda moverse naturalmente”, explica. 

Entretanto, a partir del trabajo de doctorado Restauración de ríos urbanos en Colombia, finalizado en el 2011, el profesor de Ingeniería Civil de la UN Freddy Franco expone ejemplos que a nivel mundial han demostrado la necesidad de repensar la ingeniería hídrica y devolverles las zonas inundables naturales a los ríos: “En Holanda, un país que históricamente ha peleado con las aguas porque las ha artificializado, se están empezando a eliminar las presas y los muros que han limitado el paso natural del río para devolverle su espacio original, de modo que se recuperen los cuerpos hídricos naturales, se reduzca la presión de los caudales y se habiliten espacios que contribuyan al ambiente”, destaca. 

Restablecer la comunicación entre los sistemas hídricos superficiales (humedales) y permitir el curso original del río, de forma que se recuperen las fuentes freáticas (subterráneas), los espacios verdes y la biodiversidad que conviva con la zona urbana de Bogotá, también hace parte de la propuesta de los expertos: “No se puede pretender que un río comprenda las lógicas del hombre, mientras se busca invertir millones de recursos para dar soluciones a términos medianos, aún sabiendo que en algún momento el río reclama su territorio”, enfatiza Ardila. 

Este investigador en urbanismo hace un llamado a las autoridades: “La única solución seria es una nueva política nacional de ordenamiento que implique la reubicación de poblaciones, de lo contrario, todo lo que ha pasado y las pérdidas que hemos tenido durante la historia de la ciudad no habrán servido de nada”, concluye.

jueves, 16 de junio de 2011

Contaminantes modulan la respuesta inmunológica: Cinvestav

Factores como el medio ambiente, los hábitos alimenticios y la carga genética pueden provocar susceptibilidad en las personas hacia diversas patologías. Y en una población expuesta por largos periodos a productos químicos o contaminación derivada del petróleo algunos de sus integrantes pueden presentar alta incidencia a cáncer, pero no todos, ¿cuál es la causa de que algunas personas resulten susceptibles?

De acuerdo con una investigación que se realiza en el Departamento de Toxicología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), en un contexto de contaminación, el sistema inmune de los individuos juega un papel muy importante en el desarrollo de la susceptibilidad hacia los carcinógenos (agentes que pueden actuar en tejidos vivos y producir cáncer).

Los investigadores participantes en el estudio se dieron a la tarea de averiguar cómo los contaminantes ambientales pueden modular la respuesta inmunológica basal en los individuos y contribuir al establecimiento de infecciones bacterianas, virales y parasíticas.
Al respecto, la doctora Libia Vega Loyo, quien es titular de la investigación, explicó que se enfocaron a estudiar por qué los xenobióticos (compuestos químicos sintetizados en laboratorio) producen alteraciones en las células, primordialmente del sistema inmune; una vez encontrados los mecanismos de acción será posible establecer tratamientos que reduzcan los efectos biológicos de la exposición a algunos xenobióticos.

“Además, al buscar marcadores de susceptibilidad individual será posible identificar a aquellas personas en riesgo y prevenirlas de la exposición de esos agentes contaminantes antes de que se manifieste una enfermedad”, explicó.

La investigadora añadió que muchas veces la susceptibilidad la confiere una proteína en particular; en otras, se presenta sólo cuando varios factores se conjuntan en el mismo individuo.

Según la investigación del Cinvestav algunos xenobióticos producen daño al material genético porque son carcinógenos potenciales en el humano. Por ejemplo, explicó Vega Loyo, tras la exposición a contaminantes, se puede detectar deterioro en las bases del ADN, como rompimientos de una o dos de sus cadenas.

Los daños en el ADN que se producen en los individuos, dijo, pueden tener consecuencias diferentes y dependerán de dos factores: el tipo de células que se afecta y la etapa de la vida de la persona.

“En el caso de afectar células somáticas, es decir, que forman parte estructural del cuerpo humano como pulmones, hígado o estómago, se producen enfermedades en el individuo que posee dichas alteraciones. Y cuando afectan células reproductivas (óvulos o espermatozoides) podría tener como consecuencia infertilidad, y en casos más graves, descendencia con alteraciones genéticas, o bien, producir daños teratogénicos (alteración morfológica o funcional del feto, sin que los padres presenten señal de enfermedad)”, indicó.

La investigación --dijo Vega Loyo-- pretende conocer más a fondo cómo funciona el sistema inmune, lo que “nos llevaría a desarrollar e incrementar su actividad o encontrar la manera de balancear artificialmente el sistema inmunológico, que podría ser una herramienta valiosa en contra de varias enfermedades”.

En esta investigación colaboraron especialistas del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, como es el caso de los doctores Patricia Ostrosky, María Eugenia Gonsebatt y Emilio Rojas. Y los doctores Arturo Ortega y Guillermo Elizondo, del Cinvestav.

Además participaron los estadunidenses institutos nacionales de Ciencias Ambientales y Salud, de Carolina del Norte, y de Cáncer en Maryland, así como la Universidad de Toronto, Canadá. (Agencia ID)

Pagina del SIAC

http://www.siac.gov.co/portal/default.aspx
Este link los conducira a la pagina del SIAC, la cual contiene toda la informacion ambiental sobre Colombia. podran encontrar indicadores, documentos, normatividad entre otros, que les ayudaran a conocer y aclarar algunos aspectas sobre el ambiente en Colombia.

Pepinos, hipotecas e incongruencias

En esa época dorada donde el consumismo adquirió rango de religión y en el estado español se vivía en una tómbola lisérgica de luz y de color, la agricultura y sus agricultores ya estaban en la UVI con encefalograma plano profundo. De hecho, desde hace lustros que el campo está de luto, en horas bajas y tocando fondo. Todo por una bacteria más dañina y peligrosa que la E. Coli, llamada economía de mercado, que ha permitido que multinacionales y grandes intereses económicos se hayan hecho con las riendas de la alimentación mientras ahogan y exprimen al pequeño agricultor y campesino. 
 

Hace unos años España empezó a transformarse en una inmensa estepa de color marrón grisáceo, gracias a la expansión atroz de ladrillos y cementos. En la estela de semejante transformación y por inercia se generó riqueza, creció la economía y muchos se subieron en la cresta del “sueño ibérico”. Fueron los años de la España abducida y feliz. De la orgía económica colectiva. Del lujo para hoy escasez para mañana. Una lapidaria, repetida y mítica frasecita -hoy degradada a la categoría de timo de la estampita- resumiría aquellos alegres años: “Sí, mi casa me ha costado un riñón y parte del otro, pero yo he invertido en una vivienda porque los precios no bajarán, a lo sumo se mantendrán”.
Era el ciclo del pack: hipoteca, más crédito para muebles de diseño, más otro préstamo para un coche guapo, más otro para un viajecito por el Caribe para liberar tanto estrés acumulado. Todo con una nómina. Quién no se atrevía estaba lerdo. Mientras los bancos encantados, que cuando vino la mala “papá estado” ya se encargó del boca a boca revitalizante.
Se comenta esto porque en esa época dorada donde el consumismo adquirió rango de religión y en el estado español se vivía en una tómbola lisérgica de luz y de color, la agricultura y sus agricultores ya estaban en la UVI con encefalograma plano profundo. De hecho, desde hace lustros que el campo está de luto, en horas bajas y tocando fondo. Todo por una bacteria más dañina y peligrosa que la E. Coli, llamada economía de mercado, que ha permitido que multinacionales y grandes intereses económicos se hayan hecho con las riendas de la alimentación mientras ahogan y exprimen al pequeño agricultor y campesino. Una bacteria que ha condenado a la inanición a millones de personas. Que ha transformado la tierra y la vida en un gran negocio donde ya no es preciso generar alimentos, trabajo y futuro, y sí grandes réditos que unos pocos se reparten ante la desazón e impotencia generalizada de los agricultores.
Ante esa bacteria -que se reproduce en ministerios, parlamentos y cumbres de diversos organismos multilaterales- no ha existido esa indignación generalizada que ha surgido ahora ante las decisiones irresponsables, dañinas y precipitadas de ciertos estamentos alemanes ante la “crisis de los pepinos”. El rechazo social ha sido unánime y mucha gente se ha cabreado con el trato recibido, pero me da la sensación que este mosqueo tiene un origen más bien chovinista y patriotero similar al que brotó con la “ocupación de Perejil”, L’Estatut o el codazo a Luís Enrique.


La palma en todo este show se la ha llevado algún que otro medio de comunicación, de esos que, por una parte anuncian las ventajas de comprar la comida a los principales verdugos del agricultor (la distribución moderna y cadenas de supermercados), y que por otra se solidarizan, pepino en mano, con las desgracias de los agricultores ante la vejación recibida. Sin olvidar, por supuesto, el papel del “bipartidiato” que se ha turnado en el poder durante los últimos 30 años, que ahora clama justicia cuando durante años ha hecho oídos sordos a las quejas de una agonizante agricultura tradicional.
Pero, pasarán los meses, la E. Coli se olvidará (hasta que deje más muertos por ahí) y la “crisis de los pepinos” será historia. Y cuando esto suceda la bacteria sistémica del mercado libre seguirá campando a sus anchas para que los agricultores sigan sin cubrir costes, abandonando la tierra y claudicando ante los intermediarios y distribuidores. Todo para que estos últimos se enriquezcan y para que muchos ciudadanos que ahora se rasgan las vestiduras por los agravios que han recibido nuestros pepinos, puedan ahorrarse hasta el último céntimo al comprar un kilo de melocotones y así poder sufragar la hipoteca, los muebles de diseño, el coche guapo, el crucero en el Caribe, las cuotas del gimnasio y la cirugía estética para unos decaídos pechos. Melocotones por cierto, que tal vez se importen de países del sur porque allí los costes de producción son más económicos. De esta forma se machaca a los agricultores que ahora reciben la solidaridad colectiva ante el golpe alemán, mientras en los estados del sur la tierra se destina, no a la labranza de alimentos básicos para sus poblaciones sino a la siembra de cultivos que acaban en nuestros supermercados.

El consumidor ya sabe que la E. Coli es un clásico de los percances alimentarios. Pero hace unos meses fueron los piensos con dioxinas y agroquímicos también hallados en Alemania. Antes saltaron a la palestra las vacas locas, las gripes aviares y los pollos belgas. Ahora ya suena la campana en China con lo que podría ser otro episodio de inseguridad alimentaria y en un mundo globalizado el flagelo puede extenderse sin parar.
Y es que los “avances de la humanidad” no pueden contrarrestar estos incidentes porque predomina un sistema alimentario donde priva el negocio por encima de todo. Un modelo alimentario donde multinacionales y gobiernos apuestan por una agricultura intensiva a base de semillas transgénicas y agroquímicos. Un modelo alimentario donde los ganaderos alimentan a sus animales con piensos de dudosa procedencia. Un modelo alimentario fuertemente dependiente del petróleo. Un modelo alimentario sintético donde los sabores y los olores naturales se han substituido por sus sucedáneos químicos.
Por tanto, que se calmen los ánimos y que se pidan compensaciones pero sin estridencias. La Eurocopa es el próximo verano y los que simpaticen con la selección del deporte rey ya tendrán sus minutos de éxtasis. Quién en verdad quiera apoyar a los agricultores que escape de este modelo alimentario socialmente injusto, sanitariamente nocivo y ecológicamente insostenible. Que adquiera sus alimentos directamente del agricultor o en mercados y pequeñas tiendas de barrio asegurándose la procedencia, la calidad y el comercio justo. Que estos productos sean de temporada y a ser posible ecológicos. Que luche al lado de los campesinos para que éstos reciban precios dignos y no sean saqueados temporada tras temporada. Y si algún día usted ve a un grupo de “indignados” llevarse alimentos de un supermercado perteneciente a una cadena transnacional… no les silbe y apláudalos porque al fin alguien hizo justicia. Recuerde siempre que quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón. www.ecoportal.net
 
Vicent Boix - Escritor, autor del libro El parque de las hamacas. Artículo de la serie “Crisis Agroalimentaria”
http://www.elparquedelashamacas.org
http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Economia/Pepinos_hipotecas_e_incongruencias 

martes, 14 de junio de 2011

¡NO a la vía, si a la Vida! No a la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO)

La Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) pasará por encima de los humedales: Guaymaral, Capellanía, Torca, Tibabuyes (Juan Amarillo) y Conejera, afectando no sólo a los cientos de especies endémicas y migratorias que habitan estos ecosistemas, sino también a los 3.200.000 habitantes de los barrios aledaños, ya que como bien se conoce el humedal actúa como una esponja que absorbe el agua en época de lluvias, por lo que su destrucción está causando inundaciones, enfermedades, epidemias y contaminación, que se suman a las catástrofes naturales generadas por la mala planeación del territorio en el país. 
 
 
¿En qué consiste el proyecto?
La construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente es un proyecto que se presenta dentro de la concepción de ciudad bajo las políticas neoliberales que se vienen proyectando para Bogotá, pensada como una gran metrópolis de servicios, lo cual hace que la planeación de su territorio se lleve a cabo siguiendo las leyes del mercado y en beneficio de los inversionistas privados, por encima de los derechos sociales de sus habitantes y el cuidado de los pocos ecosistemas que nos quedan.
Este proyecto data de hace 30 años, planificado como una gran autopista de carácter privado que permita la circulación de mercancías y consumidores a gran escala en el menor tiempo posible, partiendo la ciudad de Sur a Norte, desde el municipio de Soacha, para penetrar posteriormente en el área metropolitana por las localidades de Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá y Suba y finalmente terminar en el extremo norte en la estación La Caro en el Municipio de Chía (1).
La ALO se encuentra integrada a otros megaproyectos (Planes Maestros) de gran impacto para la ciudad, como la ampliación del Aeropuerto el Dorado para maximizar el comercio de mercancías a nivel internacional, la concesión Autopista Bogotá–Girardot que acelerará el transporte de productos de las Regiones hacia la capital, además de las zonas francas construidas en la periferia de la ciudad y los municipios aledaños, pensadas como grandes bodegas y fábricas de productos para el comercio nacional y mundial.
 
¿Quiénes se beneficiarán con el proyecto?
El discurso que se vende con la construcción de la ALO es que de ella se beneficiaran los habitantes de estratos 1, 2 y 3, ya que se mejorara la movilidad de la ciudad, planteamiento que no es válido, ya que ésta se piensa realizar bajo el modelo de una vía tipo “túnel abierto (2)”, donde los accesos que permiten conectarla con otras zonas de la ciudad son muy reducidos, para maximizar las facilidades de acceso y circulación longitudinal de camiones en la ciudad, ya que es un corredor hacia diferentes municipios de Cundinamarca, además como el distrito y la nación no tienen recursos para construirla, permitirán la entrada de capital privado, lo cual demanda que esta brinde beneficios económicos a los inversionistas permitiendo que sea la primera autopista con el sistema de tele peaje, hecho que privatiza su acceso a las personas que puedan pagar la circulación por ella (3).


Contrario a la idea que vende, esta avenida sólo beneficiará a los grandes empresarios nacionales y mundiales, ya que tendrán un corredor amplio donde podrán mejorar la eficacia y eficiencia en la comercialización de sus productos, además de la posibilidad de sacar a mayor velocidad las materias primas explotadas en las regiones del país.
Dota de beneficios económicos a los dueños de las zonas francas (de las cuales buena parte son dueños los hijos del ex-presidente Álvaro Uribe Vélez), ya que mejora su posición comercial, estableciéndose como los puntos donde se almacenan todos los productos de la región central, que entran al mercado nacional y mundial.
Aquellos empresarios que inviertan en la ALO, se verán beneficiados con las ganancias recaudadas por los peajes que esta avenida recaude, ya que por ella tendrán que circular obligatoriamente la mayor parte de productos que entran y salen de la capital.
Por último se beneficiaran aquellos colombianos de “bien” propietarios de dos o tres vehículos particulares, que tendrán a su alcance una avenida rápida y moderna, construida para aquellos que puedan pagar un peaje diario y necesiten con facilidad atravesar la ciudad en una hora.
 
¿Cuál será el impacto del proyecto?
Se destruirá el tejido social de los barrios por los que piensa pasar la avenida, debido a que esta dividirá la parte occidental de la ciudad en dos zonas, con cuatro calzadas de 100 metros de ancho, evitando la comunicación entre los pobladores de los barrios ya que cuenta con mínimos espacios de interconexión, individualizando cada vez más la vida en la ciudad.
Se está generando una catástrofe ambiental sin precedentes, pues esta avenida pasará por encima de los humedales: Guaymaral, Capellanía, Torca, Tibabuyes (Juan Amarillo) y Conejera, afectando no sólo a los cientos de especies endémicas y migratorias que habitan estos ecosistemas, sino también a los 3.200.000 habitantes de los barrios aledaños, ya que como bien se conoce el humedal actúa como una esponja que absorbe el agua en época de lluvias, por lo que su destrucción está causando inundaciones, enfermedades, epidemias y contaminación, que se suman a las catástrofes naturales generadas por la mala planeación del territorio en el país.
Se encuentra en detrimento de las poblaciones rurales presentes aun en el distrito, como la Vereda de chorrillos en la localidad de Suba, porque exacerba la urbanización, contribuyendo a la exclusión de los campesinos y aumentando los niveles de pobreza.
Impacta negativamente el derecho a la participación democrática y a la planeación del territorio bajo la consulta de las comunidades, ya que se realiza sin tener en cuenta las necesidades reales de los pobladores de los barrios populares de Bogotá.
 
¿Qué vienen haciendo las comunidades para hacerle frente al proyecto?
Vienen surgiendo una serie de organizaciones estamos realizando exigencias a nivel jurídico pues este proyecto viola el tratado RAMSAR, que protege los humedales, además de las leyes nacionales ambientales, en busca de revocar los permisos concedidos de manera ilegitima por el Ministerio de Medio Ambiente y la CAR.
A su vez se llevan a cabo diversas acciones de sensibilización a la comunidad como: movilizaciones, procesos de educación popular, expresiones culturales (teatro, música, etc.) en el marco de la campaña “Por una alternativa eco-vial no a la ALO”, en donde se contempla la realización de una malla vial, que realmente solucione los problemas de movilidad de los habitantes de los barrios populares de la ciudad, sin que se afecten los ecosistemas, además de utilizar los predios ya comprados por el Distrito para la construcción de Aulas ambientales, Museos ecológicos estatales y parques que permitan el desarrollo de una vida digna al interior de las comunidades. www.ecoportal.net
 
Jennifer Cruz Hernández y Camilo Andrés Julio Vergara
COLECTIVO SUBA NATIVA, Suba - Bogotá - Colombia

Referencias:
(1) DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACION, Documento CONPES 3433 Construcción y mantenimiento Avenida Longitudinal de Occidente - ALO, Ministerio de Hacienda, Bogotá, 2006.
(2) Ibíd.
(3) La Avenida Longitudinal de Occidente será una realidad en Bogotá sólo si hay recursos privados, En: Caracol Radio, Noticia: Octubre 10 de 2008. http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=687976
http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Habitat_Urbano/!NO_a_la_via_si_a_la_Vida!_No_a_la_construccion_de_la_Avenida_Longitudinal_de_Occidente_ALO