Bogotá D.C., oct. 27 de 2011 - Agencia de Noticias UN- El cultivo de esta palma ha generado conflictos, especialmente en la zona del litoral pacífico. Expertos analizaron el tema en UN Análisis de UN Radio.
De acuerdo a un estudio realizado por
Fedesarrollo, desde 2002 hasta el 2010 las hectáreas sembradas
aumentaron de 185.164 a 370.000; según Fedepalma, en el país hoy existen
alrededor de 400 mil en más de cien municipios, lo que ha generado
problemas de pérdida y violación de derechos del territorio,
desplazamiento y cambio en las condiciones de vida de las comunidades;
negando a muchos pobladores la posibilidad de gestar el propio
desarrollo.
Jaime Arocha, profesor de la Universidad
Nacional de Colombia, expresó: “En la zona de Jiguamiandó y Curvaradó
(Chocó), la palma equivale a un conflicto de los más dramáticos que ha
vivido el pueblo afrodescendiente. La diversidad es un seguro contra
la incertidumbre y los cultivos de palma son exactamente lo contrario
porque maximizan el riesgo. Ninguna selva amazónica donde se siembre
podría sufrir una enfermedad como la pudrición del cogollo, propia de
este cultivo, la cual ha arruinado miles de hectáreas en Colombia”.
Por su parte, Jens Mesa, presidente ejecutivo
de Fedepalma, explicó: “Este es un cultivo relativamente nuevo en la
economía agrícola colombiana. Apenas está cumpliendo 50 años. Asimismo
se ha desarrollado principalmente siguiendo un modelo empresarial, pero
creo que su realidad dista muchísimo de esa visión que han tratado de
mostrar de la palmicultura. Ante todo se trata de un desarrollo formal
en las relaciones comerciales y laborales del país”.
Frente a lo anterior, Jorge Sánchez, director
de la Organización Censat Agua Viva, indicó que “el principal impacto de
esta práctica lo representa el hecho de ser un monocultivo, porque
siempre trae efectos negativos sobre el medioambiente, ya que el uso de
fertilizante daña el suelo y su materia orgánica difícilmente puede
recuperarse. Después de esto, pretender hacer agricultura implicaría
inversiones altas y grandes tecnologías”.
El Movimiento Mundial por los Bosques
Tropicales afirma que las madereras destruyen la selva y se van, pero
las compañías plantadoras la destruyen y se quedan. En el caso de la
palma, diversos grupos empresariales buscan oportunidades de negocio en
la zona rural, adicional a crecientes intereses de la producción de
biocombustible.
Finalmente, el sociólogo Alfredo Molano
precisó: “Colombia tiene diversas zonas que hoy no solo cultivan palma
sino que amplían sus hectáreas. Esto está perjudicando a los campesinos,
porque además no se les está remunerando como debe y viven
precariamente”.
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