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miércoles, 21 de diciembre de 2011

El Año Internacional de los Bosques se termina: ¿qué celebrar?


Lo que dominó nuevamente la agenda de los bosques fue el debate sobre el mecanismo REDD+. Los intentos de avanzar con la implantación del REDD+ movieron a bancos, consultores, gobiernos e incluso a muchas ONGs. Ya se gastaron miles de millones de dólares en este proceso, algo que fue denunciado por un grupo de organizaciones, entre ellas organizaciones indígenas. Son recursos que podrían ser utilizados para incentivar y multiplicar las experiencias positivas de conservación de los bosques y respeto por los derechos humanos en todo el mundo, no vinculadas al mecanismo REDD.
 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró a este año 2011, Año Internacional de los Bosques. Considerando que este año se termina, es bueno hacer un breve balance.
El lema de este Año Internacional es "los bosques, para las personas". En enero escribimos: ¿será que los pueblos del bosque tienen motivo para "celebrar"? ¿Será que en este año hubo adelantos en el combate a las causas directas de la deforestación, como la extracción de madera y el avance del agronegocio? ¿Qué decir de las causas llamadas indirectas o subyacentes, o sea, aquellas que están detrás de la destrucción forestal, como es el caso de una economía movida por el lucro y la especulación financiera, y un consumo excesivo que beneficia solamente a una minoría de la humanidad?

REDD+
 
Lo que dominó nuevamente la agenda de los bosques fue el debate sobre el mecanismo REDD+. Los intentos de avanzar con la implantación del REDD+ movieron a bancos, consultores, gobiernos e incluso a muchas ONGs. Ya se gastaron miles de millones de dólares en este proceso, algo que fue denunciado por un grupo de organizaciones, entre ellas organizaciones indígenas (1). Son recursos que podrían ser utilizados para incentivar y multiplicar las experiencias positivas de conservación de los bosques y respeto por los derechos humanos en todo el mundo, no vinculadas al mecanismo REDD.

Llama la atención la "ceguera" de aquellos que más insisten en promover REDD+, como el Banco Mundial y diversas empresas consultoras. No parecen percibir las pruebas de las violaciones a los derechos humanos que están ocurriendo en zonas donde se implementan proyectos piloto de REDD+, como mostró el estudio de caso de un proyecto de Conservación Internacional y Walt Disney en el Congo, realizado por el WRM (2) (publicado en francés e inglés y recientemente también en castellano), así como otros estudios. Tampoco perciben que cada vez más estudios anuncian que REDD+ no va a funcionar debido a serios obstáculos, principalmente en cuanto mecanismo de mercado (3). Los problemas detectados culminaron en una propuesta, lanzada en Durban durante la COP17 por organizaciones indígenas, de declarar una moratoria al REDD.

Mientras Brasil busca presentarse como protector del mayor bosque tropical del mundo, un grupo de parlamentarios de ese mismo país, vinculado al agronegocio, intentó modificar este año el Código Forestal, abriendo el camino para una deforestación legal de millones de hectáreas para beneficiar, principalmente, al agronegocio, mientras la recuperación se plantea a través de proyectos REDD+ y el pago por servicios ambientales, temas para los cuales se están elaborando rápidamente legislaciones específicas. La apuesta a una "economía verde", basada en la mercantilización y el control sobre la naturaleza y el territorio, tiende a provocar un retroceso en los derechos legalmente garantizados de las poblaciones indígenas y tradicionales de Brasil.

El agravamiento de la contaminación, consecuencia de este modelo, intensifica también la contaminación provocada por las grandes corporaciones transnacionales en el Norte, lo que implica más impactos para las poblaciones indígenas y otros sectores que viven alrededor de esas industrias y sus zonas extractivas en el Norte, intensificando el racismo y otras injusticias ambientales y sociales. En el Sur también significa, a mediano y largo plazo, impactos negativos para los bosques tropicales, haciendo de REDD+ un proceso contraproducente, incluso para aquellos que piensan que el ´bosque en pie´ y un cierto control sobre el mismo garantizarán su futuro.

Faltan propuestas estructurales para atacar las causas directas e indirectas de la deforestación. Las que hay, continúan siendo consideradas por los gobiernos y sus interlocutores como muy "radicales". Pero sin esas propuestas "radicales" el clima sufrirá un aumento de temperatura de cerca de 4 grados en poco tiempo (4). Eso sí significa un cambio realmente radical en la vida de centenares de millones de personas en todo el mundo, principalmente mujeres, más vulnerables a los cambios climáticos.

La definición de bosques
 

Otro factor que incentiva la deforestación es, sin dudas, la definición de bosques de la FAO, que llama bosques a los monocultivos de árboles. El WRM realizó una mini campaña intensa sobre el tema este año, elaborando herramientas y entregando una carta a la FAO en setiembre en la que exhortaba a la organización a iniciar urgentemente un proceso de revisión de esta definición, con participación efectiva de los pueblos del bosque.

Puede ser que la lucha contra la definición actual de los bosques haya tenido algún eco durante la COP 17 en la recomendación realizada por el SBSTA (5), el órgano asesor de la Conferencia de las Partes, en el marco del debate sobre REDD. El SBSTA sugiere que cada país pueda hacer su propia definición del bosque, diferente de una definición única por parte de la UNFCCC. Aunque por una parte esto abre el espacio para luchar en cada país por definiciones que excluyan a los monocultivos de árboles y contemplen mejor la realidad local de los bosques, por otro lado abre también una brecha para que se formulen definiciones que promuevan todavía más el avance de los monocultivos.

La última opción es la más probable, debido al gran poder de lobby de las empresas del sector y de las instituciones financieras que incentivan las plantaciones de árboles ante los gobiernos nacionales, cuyos representantes están acostumbrados a que sus campañas electorales sean financiadas por las empresas forestales, y de los cuales las empresas consiguen obtener, a modo de "intercambio", tierras, ventajas e incentivos. Sin una definición y referencia clara a escala internacional, la puerta está abierta para definiciones que atiendan aún mejor los intereses corporativos.

La falta de interés en abordar las causas subyacentes de la deforestación se vuelve todavía más evidente si consideramos el avance en los planes de las falsas soluciones para la crisis del clima. Un ejemplo de ellas es la utilización de agrocombustibles, en especial la biomasa de madera, para generar energía en Europa. Se trata de un intento por mantener el actual sistema insustentable de producción y consumo, recurriendo nuevamente a los sistemas de certificación como el FSC para los monocultivos de eucalipto y pino, y RSPO para las plantaciones de palma para producción de aceite de palma. Ninguno de los dos sistemas de certificación evita que haya graves violaciones de los derechos humanos, como lo demuestra, por ejemplo, el artículo de Indonesia en este boletín. Los gobiernos prefieren atender intereses corporativos y bancarios, que preocuparse por el bienestar y futuro de la s personas y del ambiente, incluso del clima. Buscan enfrentar la crisis económica con los mismos moldes de siempre, sin preocuparse por establecer límites a la explotación de la naturaleza o que los grandes contaminadores reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero.
 
La resistencia

Tendríamos poco para celebrar este año si no hubieran ocurrido profundos cuestionamientos al "lavado verde" de los sellos de certificación, como el del FSC, en los países del Norte (6) y, principalmente, si no fuera por la resistencia de los pueblos de los bosques y de otros biomas que han luchado en varios países del Sur contra la deforestación y han resistido en zonas donde los gobiernos incentivaron la plantación de monocultivos de árboles y otras formas de usurpación de tierras.

Se vuelve cada vez más evidente que es necesario reconocer los derechos de esas poblaciones, sino se perpetuará la violación de sus derechos y la criminalización de quienes solamente luchan por su defensa, algo que ocurre en muchos países, desde Chile en las zonas de monocultivos de pinos, hasta Indonesia, en torno a las plantaciones de eucalipto y de palma africana. Respetar los derechos de los pueblos que habitan y dependen de bosques y de otros biomas es la mejor forma de conservar los bosques, reducir el impacto de los cambios climáticos y promover la seguridad y soberanía alimentarias.

Para avanzar en ese camino creemos que una tarea fundamental es incentivar y articular los más diversos procesos de resistencia, desde la lucha por la conservación de los bosques hasta la lucha contra el sistema financiero internacional, creando lazos de solidaridad entre los pueblos del Sur y también con los pueblos del Norte y aumentando así la presión sobre empresas y gobernantes.

Es importante que la voz de los diferentes pueblos, contraria a la privatización y a la apropiación de las tierras y de la naturaleza y a favor de sus derechos humanos básicos, tenga un eco más fuerte y articulado en los próximos grandes eventos, como Rio +20 (ver la convocatoria de Rio +20 en este boletín). Y finalmente, reforzamos también el llamamiento global de La Vía Campesina, lanzado el mes pasado en Malí, África, contrario al proceso de acaparamiento de tierras (ver también artículo sobre acaparamiento de tierras en este boletín). www.ecoportal.net
Boletín mensual del Movimiento Mundial por los Bosques (WRM) Número 173 - http://www.wrm.org.uy
Referencias:
1- http://www.wrm.org.uy/temas/REDD.html
2- http://wrm.org.uy/countries/Congo/REDD_DRC_sp.pdf
3- http://www.fern.org/carbonmarketswillnotdeliver
4- http://outrapolitica.wordpress.com/2011/11/17/a-un-ano-de-cancun-...
5- http://www.redd-monitor.org/wordpress/wp-content/uploads/2011/12/l25a01.pdf
6- Como fue el caso del FSC en Bélgica, a partir del caso de Veracel Celulose en Brasil (ver http://www.duurzaamoppapier.be)

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cultivos crecerán apenas con gotas de rocío

Hugo Restrepo, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y líder de esta iniciativa.
Hugo Restrepo, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y líder de esta iniciativa.

El proceso permite mantener regulado el metabolismo de las plantas.
El proceso permite mantener regulado el metabolismo de las plantas.

Se trata de un procedimiento que consiste en entregarle a la planta, por medio de nubes de agua, los nutrientes y la irrigación que requiere para su crecimiento. - Unimedios
Se trata de un procedimiento que consiste en entregarle a la planta, por medio de nubes de agua, los nutrientes y la irrigación que requiere para su crecimiento. - Unimedios

Medellín, dic. 16 de 2011 - Agencia de Noticias UN–  
La nebuponía es una nueva técnica desarrollada en Colombia, que permitirá utilizar un mínimo de agua, menos terrenos y eliminar los insecticidas y herbicidas en sembradíos a gran escala. 

Investigadores de la UN en Medellín, después de un largo transitar por la literatura mundial, ingeniaron un novedoso método que usa la nebulización para la producción industrial de alimentos vegetales,  pero eliminando el uso de químicos y optimizando al máximo el recurso hídrico. 

“Se trata de un procedimiento que consiste en entregarle a la planta, por medio de nubes de agua, los nutrientes y la irrigación que requiere para su crecimiento”, explicó Hugo Restrepo Pulgarín, líder del proyecto y director del Departamento de Ingeniería Agrícola y Alimentos. 

Nebuponía es el nombre dado al ingenioso método. Se trata de un sistema en el cual las gotas de agua se fragmentan hasta un tamaño micrométrico, formando una especie de nube o un rocío supremamente fino. Existen dos procedimientos: uno, en el que se combina el aire a presión con una fuente líquida y otro, en el que se utiliza ultrasonido. 

La ventaja es que la siembra no está sujeta a las condiciones del clima o del suelo; por eso, se podrían cultivar vegetales y frutas como cilantro, cebolla, brócoli, coliflor, lechuga, tomate, fresa y uchuva con un alto contenido nutricional y mayor productividad, sin usar insecticidas ni compuestos químicos y, adicionalmente, con un consumo mínimo de agua. 

Para la nebuponía se requieren dos cámaras totalmente independientes, cada una con su propio sistema de nebulización, de tal forma que se puedan regular según las necesidades del proceso productivo. Además, cada compartimiento posee un mecanismo de control de humedad relativa y de temperatura. 

En la cámara de follaje (parte superior del prototipo) se encuentran los nebulizadores que proveen de agua a las hojas, y en ocasiones de soluciones nutritivas, mientras que un ducto de aire acondicionado ayuda a mantener la temperatura apropiada del cultivo. 

Un par de ventiladores se encienden de manera automática para cambiar el aire dentro de las cámaras: en la superior, se renueva el gas carbónico (CO2) y, en la inferior, se renueva el oxígeno (O2). Por otro lado, se encuentra un termómetro de infrarrojo con el cual se monitorean algunos procesos metabólicos de la planta, los cuales inciden en su supervivencia, crecimiento y reproducción. 

En la cámara de raíces (parte inferior), estas permanecen expuestas solo al aire. Entretanto, su ambiente es monitoreado con frecuencia por un sensor que revela las condiciones de funcionamiento. Al tiempo, se activan los nebulizadores para aplicar la cantidad de agua requerida. 

“Podemos controlar la atmósfera tanto del área foliar (superficie de las hojas) como a nivel radicular (las raíces), con el fin de suministrar los nutrientes en el agua para ser bien aprovechados. Así, nos ahorramos el 85% del líquido que se consume en un cultivo tradicional. Además, como no se usan insecticidas, herbicidas ni otros sintéticos, se generan productos 100% orgánicos”, precisó Ana Melisa López, estudiante investigadora del proyecto.
Para un producto de alta calidad se requieren plántulas clonadas, nutridas con minerales de alta pureza, ricas en calcio, potasio, fósforo, magnesio, boro y cinc, puesto que la idea es desarrollar su máximo potencial genético y realizar producciones en serie que ofrezcan productos iguales, con los mismos colores, sabores y tamaños.
El proceso permite mantener regulado el metabolismo de las plantas. “Cuando necesito aplicar nutrición, lo que hago es aumentar la humedad relativa en las raíces y disminuirla en el follaje, o viceversa, dependiendo de la necesidad”, explicó Restrepo Pulgarín. 

Agregó que este modelo generará un nuevo concepto de alimentación, porque se consumirán productos sanos, dada la posibilidad de adicionar mejores características nutricionales como calcios, minerales y vitaminas. 

Precisamente, los investigadores de la UN iniciarán un estudio para identificar sustancias que estimulen la producción de metabolitos secundarios, compuestos químicos sintetizados por las plantas que cumplen funciones no esenciales en ellas, pero que permiten mejorar la calidad alimenticia del producto y, así, añadir un valor agregado. 

Lea este artículo completo en la edición N° 151 de UN Periódico o en su versión digital en el siguiente enlace:

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Porqué “nos inundan” los ríos? El caso de la Universidad de la Sabana

U Sabana, resaltado Río Bogotá

La pregunta básica de este artículo es: ¿porqué “nos inundan” los ríos?, con comillas GIGANTES y resaltado en inundan, ¿acaso debemos culpar a los ríos de las inundaciones y sus consecuencias?, ¿será que ellos tienen la culpa?, ¿será que son “los malos del paseo”?, ¿nosotros tendremos algo que ver?
Las respuestas dependen del actor social a quien se le pregunte, pero la realidad es que ninguno de nosotros quiere asumir su responsabilidad. Muchos culpan a la “naturaleza implacable”, a los “terribles ríos”, a los humedales, a la niña, al niño, al presidente de turno, al alcalde, a la CAR, al acueducto o simplemente al vecino, pero muy pocos asumimos responsabilidades y criticamos nuestra actitud arrogante y torpe contra la naturaleza.

Para ejemplificar esta actitud, tomé el caso más sonado en los medios y que ha sido extensamente difundido: la grave inundación de la Universidad de La Sabana ocurrida en tres ocasiones, la más grave hace solo 7 meses. La población en general sabe que se inundó, pero pocas han sido las pistas del porqué o han sacado conclusiones para que aprendamos de este caso, infortunadamente todo se encamina en generar controversia pasajera y rating, pero moralejas valiosas no quedan. Buscamos culpables por todo lado pero nadie asume responsabilidades.

Inundación U Sabana Inundación U Sabana

La controversia sigue, se afirma que se construyó sobre un humedal, o que se levantó sin respetar las leyes ambientales, unos dicen sarcásticamente, “bien hecho, por construir a orillas del río”, otros defienden a la Institución a toda costa y la misma Universidad se defiende en mil formas. Se han generado amores y odios contra la institución, exhortándola y también culpándola del problema. Pero ¿será que nosotros no hacemos parte del problema?, ¿sera que no vivimos sobre antiguos humedales que fueron rellenados?, ¿acaso no enviamos nuestras aguas negras o residuales despreocupadamente al río?, entonces ¿será que solo hay bueno y malos?.

Este artículo no pretende emitir juicios de valor destructivos, solo está basado en la sencilla investigación que puede realizar un ciudadano del común, con las herramientas gratuitas que se tienen: los mapas provistos por Google Maps y una pequeña investigación en la red, nada más. No pretende ser un tratado ni mucho menos y no se basa en supuestos, solo lo encontrado en la red y lo que pretende  demostrar es nuestra actitud arrogante y torpe contra la naturaleza y sus terribles consecuencias.

El lector mismo puede verificar todo lo que se muestra, solo navegue por Google Maps o Earth y se dará cuenta, comencemos:

1. Ubicación de la Universidad.

El campus de la Universidad de la Sabana del Puente del Común queda en el Km. 7 de la  Autopista Norte de Bogotá. En el municipio de Chía, Cundinamarca.

Está localizada sobre la zona ribereña al río Bogotá y este la atraviesa en toda su extensión como se observa en el mapa siguiente:

A simple vista no parece tan grave el problema, pero veamos realmente qué es lo que sucede.

2. El río y la Universidad.

Es claro que la Universidad es un vecino muy cercano al río, de eso no hay duda, pero ¿por qué construir y atravesar semejante estructura arquitectónica en su ribera?, en una zona que, como veremos, esta inmersa en el río, en antiguas zonas de inundación y de cauces abandonados. La respuesta solo la tienen los dueños, diseñadores y constructores del proyecto.

En la siguiente imagen vemos cómo el río Bogotá (resaltado en azul) divide el campus de la Universidad en dos, osea, pasa literalmente por la mitad de las instalaciones de la Universidad y hasta existe puente peatonal interno para cruzarlo. La zona de las numerosas construcciones realizadas en el campus se resalta en rojo.

Construcciones de la universidad resaltadas en rojo

Basados en este mapa, ¿sería lógico pensar que la Universidad podría ser inundada en alguna creciente del río?, o mas bien ¿a alguien le suena exagerada esta afirmación? pues parece que a los constructores les parecío que no. Según archivos y testimonios de los habitantes del sector, era muy común en época de lluvias ver la zona aledaña al río en el Puente del Común, completamente inundada, “eso era normal” pero ahora no lo es y nos parece que no debe ser así.

Las siguientes respuestas se tomaron de la entrevista realizado por El Tiempo al rector de la Institución, Obdulio Velásquez el 26 de Abríl y nos muestran qué actitud estamos teniendo con la naturaleza.

Al preguntarle si a la Universidad le cabe alguna responsabilidad, responde: “Sí, en el siguiente sentido: por estar bajo la cota del río, que no es ser irresponsable ni es pecado, porque hay para todo soluciones.” (1).

Al estar por debajo de la cota del río, osea que se construyó por debajo del nivel promedio del río, es muy fácil que el terreno se inunde creando lo que antiguamente era una llanura de inundación del río, pero ese “hay para todo soluciones” demuestra que la Universidad piensa que con ingeniería y dinero todo se soluciona, ¿será verdad?, ¿los resultados lo han demostrado?, ¿es tán fácil solucionar los problemas sociales, ambientales, ecológicos, hidráulicos, y demás que se generaron al ocupar una zona que no se debió haber ocupado, con la misma facilidad con que lo dice?

Otra respuesta interesante se da cuando se le pregunta si la Universidad se construyó sobre un humedal: “Puedo decir con certeza que, a principios de los años 80, cuando se adquirieron los terrenos, ahí no había un humedal. Si no, que me muestren los mapas del Agustín Codazzi donde aparecen”. (1)

Señor rector, es verdad, en los años 80s cuando se comenzó la construcción de la Universidad no existía un humedal, pues luego de un proceso de potrerización de toda esta zona, la zona de inundación y el humedal de la ribera del río habían desaparecido, como infortunadamente ha ocurrido durante muchos años en toda la ribera del río Bogotá, pero ¿será que al ver las imágenes satelitales  nos queda alguna duda de que la Universidad se construyó en una zona inundable?.

Otra respuesta muy interesante que nos demuestra la gravedad del problema es: “El río sí atraviesa el campus de la institución, que es distinto. La construcción en ese lugar se hizo con permiso de la Corporación Autónoma Regional (CAR) y con la licencia de urbanismo expedida por las autoridades de planeación.” (1)

¿Cómo se permite construir un campus universitario de tan grandes dimensiones sobre un río tan importante y con tantas problemáticas como el Bogotá?, porque aunque el concepto es que el río atraviesa el campus, la realidad es que el campus fue el que se le atravesó al río, o ¿quién estaba primero?
Otro grave problema de la ubicación de la Universidad se muestra a continuación, donde se observan dos antiguos cauces que poseía el río y que se encuentran también dentro de las instalaciones de la Universidad, están resaltados en color azul claro:

Cauces abandonados

La linea más gruesa muestra el antiguo cauce, que al igual que el río, encierra a la Universidad entre aguas. Fijémonos en lo ancho de este cauce, entre 15 y 25 metros aproximadamente, osea que no es un “hilito de agua”, es un cauce con anchura comparable a la del propio río Bogotá.  La siguiente fotografía (2) nos lo muestra:

Cauce abandonado del río
Foto Google Maps, Panoramio: Universidad de La Sabana By unisabana.

Para atravesar este cauce abandonado, la Universidad construyó un puente peatonal para permitir el paso.
La otra linea más delgada de la imagen satelital muestra otro cauce abandonado y que antiguamente fue un meandro del río. Es normal que los ríos a lo largo de su vida usen y también abandonen cauces y meandros, que en caso de subiendas son inundados de nuevo por sus aguas. En este caso, el cauce solo un pequeño rezago y una parte fue ya secada y rellenada.

El siguiente mapa que muestra las construcciones que están cerca al río, resaltadas en recuadros rojos, las distancias que se observan y se pueden medir en Google Maps nos muestran una distancia que rodea los 30metros, osea se respetó la ronda de 30m exigida inicialmente (aunque se supone que son 30m a partir del nivel máximo del río).

Construcciones cercanas al rio

Cada cual puede sacar sus conclusiones, las pruebas de lo sencillo y probable de que esos terrenos se inundaran abundan y ahora más,  conociendo la volatilidad de nuestro clima actual.  Es verdad que no se inundó anteriormente, como tampoco lo había hecho el municipio de Chía (en tan grandes magnitudes, porque sí se ha inundado varias veces por las crecientes sobretodo de río Frío), ¿pero será que a la Universidad no le caben algunas responsabilidades?.

Campus de la universidad, rio Bogotá resaltado azul oscuro y cauces azul claro

Como podemos ver en las imagenes: la Universidad se le atravesó al río y no el río a la Universidad.
Pero infortunadamente la actitud de los dirigentes de la Universidad no cambia y parece que no lo hará, o sino, miremos lo siguiente (apartes tomados de la página web de El Tiempo): (3)

“El 10 de marzo, antes del primer gran aguacero de Semana Santa que empezó a inundar la Sabana de Bogotá, el Tribunal de Cundinamarca aceptó el retiro de una millonaria demanda que la Universidad de La Sabana tenía en contra de la Alcaldía de Chía.

A través de la acción legal, la universidad buscaba revocar tres resoluciones de la Alcaldía en las que le notificó que no podía ampliar el campus a 30 metros de la ronda del río. Según La Sabana, esa decisión le estaba causando daños y perjuicios superiores a 152.000 millones de pesos.
La Alcaldía argumentó que, a partir del 2000 -tras la entrada en vigencia de su Plan de Ordenamiento Territorial (POT)- la ronda pasó de 30 metros a 150 metros.

Esto significa que todas las construcciones deben estar a esa distancia del río “por el riesgo de inundaciones y flujos torrenciales existentes en las rondas o zonas de protección del sistema hídrico”.

Y cuando el pleito estaba a punto de definirse, La Sabana desistió, a través de una carta firmada por su rector, Obdulio Velásquez, y por el alcalde de Chía, Orlando Gaitán. “Retiramos la demanda porque llegamos a un acuerdo con las autoridades para la aprobación de nuestra licencia urbanística para el desarrollo del campus”, dijo el rector Velásquez.

Y explicó que en dicha licencia se contempla un límite de construcción a 30 metros del río, tal y como lo contemplan los permisos que han obtenido antes: “Se trata de un derecho adquirido, amparado por la Constitución”, reiteró.

Cuando se le recordó la suerte corrida por los edificios cercanos al río, hoy inundados por segunda vez, dijo que el metraje no es la discusión y que asumen la responsabilidad de lo que pueda pasar. (3)

¿Acaso no es el colmo tomar una actitud tan soberbia al ver lo ocurrido, después de ser inundados dos veces? decir que ”el metraje no es la discusión y que asumen la responsabilidad de lo que pueda pasar”, ¿no tenían suficientes señales para cambiar el rumbo?.

Por ultimo el rector responde en la entrevista con El Tiempo: “Y anunció que la universidad liderará un proyecto -con expertos holandeses- que garantice el respeto a la naturaleza, al río y a la seguridad del campus. En todo caso, por las inundaciones, van a replantear la expansión de su sede” (1).

El resultado ya lo estamos viendo. Al no poderse desbordar el río por el sector de la Universidad, el agua tiene que escapar por algún otro lado, como  los terrenos aledaños a la inundación. La Universidad cumplió con su protección y no se inundó en esta temporada de lluvias, y está en su derecho de protegerse, pero los vecinos quedaron en una situación aun más crítica que hace 7 meses.

El Rector Velásquez ha sido homenajeado por el Congreso de la República:
“Es un tributo a un hombre que supo enfrentar la adversidad de la naturaleza y con la cabeza en alto, pidiendo la ayuda divina, logró en tan poco tiempo sacar adelante esa institución demostrando que con liderazgo y perseverancia se puede transformar lo negativo en algo ejemplar. Luchadores como él, necesita Colombia”, resaltó Efraín Cepeda Sarabia, Senador del Congreso de la República. (4)

Mi pregunta es: ¿cual “adversidad de la naturaleza” señor Senador?, ¿no será que somos nosotros los adversarios de la naturaleza?, si usted analiza más a profundidad el tema, se dará cuenta que la naturaleza no es nuestra adversaria, todo lo contrario, es nuestra amiga, pero si seguimos haciendo tantas tonterías, como construir cerca o sobre los ríos y seguimos llamándola nuestra adversaria, el panorama será cada vez más sombrío. Señor Concejal, la “ayuda divina” que necesitamos no es para remendar y esconder nuestros errores, sino para corregirlos y tomarlos como lección, lo cual parece que no seguimos aprendiendo.

3. Conclusión.
Esperemos que el interés de la Universidad no sea únicamente el de defender las cuatro paredes que la rodean, esa es la actitud del mal vecino. Ya que ustedes cometieron un grave error al construir tan cerca del río y ahora lo han “solucionado” protegiéndose con poderosos jarillones, cosa que están en su derecho de hacer  pero que han aumentado las inundaciones en los sectores vecinos, ¿no consideran ustedes que como institución educativa que intenta formar los líderes del mañana, deben dar ejemplo y ponerse al frente, o al menos al lado de los procesos que pretenden recuperar nuestra calidad ambiental y que podrían solucionar el problema?. La Reserva Forestal Borde Norte, la recuperación de los humedales Torca Guaymaral (vecinos cercanos), la protección y recuperación de los pocos humedales que quedan en Chía, y la mejora y adecuación del río Bogotá son los proyectos que más nos convienen a todos, y sobre todo a ustedes.

Esperamos verlos en estos procesos siendo parte fundamental de los mismos y haciéndose parte fundamental de los solucionadores de esta gigantesca problemática.

Referencias:
  1. http://m.eltiempo.com/colombia/bogota/inundaciones-en-la-universidad-de-la-sabana/10849784
  2. Foto obtenida de Google Maps, Panoramio: Universidad de La Sabana By unisabana.
  3. http://m.eltiempo.com/colombia/cundinamarca/arreglo-de-universidad-de-la-sabana-en-cha/9433724
  4. http://www.unisabana.edu.co/la-sabana/noticias-y-eventos/inicio/noticia/articulo/congreso-de-la-republica-condecoro-al-rector/
Autor: Daniel Bernal, daniel@humedalesbogota.com, twiteer: @danielbernalb
http://humedalesbogota.com/2011/12/13/porque-nos-inundan-los-rios-el-caso-de-la-universidad-de-la-sabana/ 

Bolivia confiere 11 derechos a la naturaleza equivalentes a los derechos del hombre

La nueva legislación boliviana otorga 11 derechos básicos a la naturaleza, entre los que destacan:

el derecho a la vida y a la existencia;

el derecho a continuar ciclos vitales y procesos libre de la alteración humana;

el derecho a no tener su estructura celular contaminada o alterada genéticamente;

el derecho “a no ser afectada por mega infraestructuras y proyectos de desarrollo que afecten el balance de los ecosistemas y las comunidades de los pobladores locales”;

el derecho al aire limpio y al agua pura;

el derecho al equilibrio;

el derecho a no ser contaminada;


“Es histórico mundialmente. La Tierra es la madre de todos”, dijo el vicepresidente Alvaro García Lenera. “Establece una nueva relación entre el hombre y la naturaleza, la armonía que debe de ser preservada como garantía de su regeneración”.

Como parte de este proyecto que reconoce a la Madre Tierra, o Pachama, entre las culturas locales, como una entidad legal, se establecerá un Ministerio de la Madre Tierra y se nombrará un ombudsman para monitorear a las industrias y proteger a las comunidades y ecosistemas.

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La Ley de la Madre Tierra: Bolivia da a la naturaleza los mismos derechos que al hombre

En un destacada iniciativa, una ley apoyada por el gobierno y la gente de Bolvia propone establecer un Ministerio de la Madre Tierra y otorgar a la naturaleza igualdad de derechos con el ser humano

Bolivia está por pasar la primera ley en el mundo que le otorga a la naturaleza los mismos derechos que a los seres humanos, haciendo al hombre, a la planta, al animal, al río o a la montaña, iguales. La Ley de la Madre Tierra, acordada por los politicos y con un fuerte apoyo popular, redefine las riquezas minerales del país como “bendiciones” y propone radicales medidas de conservación para reducir la contaminación y controlar la industria.

La nueva legislación otorga 11 derechos básicos a la naturaleza, entre los que destacan: el derecho a la vida y a la existencia; el derecho a continuar ciclos vitales y procesos libre de la alteración humana; el derecho al aire limpio y al agua pura; el derecho al equilibrio; el derecho a no ser contaminada; el derecho a no tener su estructura celular contaminada o alterada genéticamente. Y quizás, lo más interesante: el derecho “a no ser afectada por mega infraestructuras y proyectos de desarrollo que afecten el balance de los ecosistemas y las comunidades de los pobladores locales”, lo que en teoría prácticamente bloquearía la mayoría de los proyectos petroleros, mineros y de extracción de recursos naturales. Algo que habrá que verse, ya que Bolivia recibe cientos de millones de dólares de compañías extranjeras en el sector minero y las leyes son suficientemente abstractas para encontrar caminos para seguir explotando en cierta forma la naturaleza. En Ecuador, una legislación que también da derechos básicos a la naturaleza, no ha impedido que las compañías petroleras sigan destruyendo partes biolgicamente invaluables del Amazonas.

No quedan claro tampco algunos detalles de aplicación, ¿tendrán los bichos y los insectos, los mismos derechos que los mamíferos o las aves?

“Es histórico mundialmente. La Tierra es la madre de todos”, dijo el vicepresidente Alvaro García Lenera. “Establece una nueva relación entre el hombre y la naturaleza, la armonía que debe de ser preservada como garantía de su regeneración”.

Como parte de este proyecto que reconoce a la Madre Tierra, o Pachama, entre las culturas locales, como una entidad legal, se establecerá un Ministerio de la Madre Tierra y se nombrará un ombudsman para monitorear a las industrias y proteger a las comunidades y ecosistemas. Habrá que verse hasta que punto esto no es solamente un nombre más sofisticado para el Ministerio del Medio Ambiente, de cualquier forma la iniciativa del gobierno del primer presidente indígena de la región, Evo Morales, es digna de celebrarse y quizás en algunos años sea recordada como precursora de una legislación global impostergable, sensible a la consciencia de que la Tierra no sólo es el sustento de todos los seres vivos, es un ser vivo en sí misma. 

http://www.olca.cl/oca/desertificacion/informe089.htm#.TtxGcrI5FkD.facebook 

Más capitalismo verde. Se salva a los mercados y no al clima en Durban

Se salva a los mercados y no al clima. Así podríamos resumir lo que constata la recién terminada 17ª Conferencia de las Partes (COP 17) de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Durban, Sudáfrica, celebrada del 28 de noviembre al 10 de diciembre. 
 
La rápida respuesta que gobiernos e instituciones internacionales dieron al estallido de la crisis económica en 2008 rescatando bancos privados con dinero público contrasta con el inmovilismo frente al cambio climático. Aunque esto no nos debería de sorprender. Tanto en un caso como en otro ganan los mismos: los mercados y sus gobiernos cómplices.

En la cumbre del clima de Durban dos han sido los temas centrales: el futuro del Protocolo de Kioto, que concluye en 2012, y la capacidad para establecer mecanismos en la reducción de emisiones; y la puesta en marcha del Fondo Verde para el Clima, aprobado en la anterior cumbre de Cancún, con el objetivo teórico de apoyar a los países pobres en la mitigación y la adaptación al cambio climático.

Tras Durban podemos afirmar que un segundo periodo del Protocolo de Kioto ha quedado vacío de contenido: se pospone una acción real hasta el 2020 y se rechaza cualquier tipo de instrumento que obligue a la reducción de emisiones. Así lo han querido los representantes de los países más contaminantes con Estados Unidos a la cabeza quienes abogaban por un acuerdo de reducciones voluntarias y rechazan cualquier tipo de mecanismo vinculante. Pero si el Protocolo de Kioto ya era insuficiente, y de aplicarse evitaba sólo 0,1º centígrados de calentamiento global, ahora vamos de mal en peor.

Entorno al Fondo Verde para el Clima, si en un primer momento los países ricos se comprometieron a aportar 30 mil millones de dólares en 2012 y 100 mil millones anuales para 2020, cifras que de todos modos se consideran insuficientes, la procedencia de estos fondos públicos ha quedado por determinar mientras se abren las puertas a la inversión privada y a la gestión del Banco Mundial. Como han señalado organizaciones sociales se trata de una estrategia para “convertir el Fondo Verde para el Clima en un Fondo Empresarial Codicioso”. Una vez más se pretende hacer negocio con el clima y la contaminación medioambiental.

Otro ejemplo de esta mercantilización del clima ha sido el aval de la ONU a la captura y almacenamiento de CO2 como Mecanismo de Desarrollo Limpio, que no pretende reducir las emisiones y que agudizaría la crisis ambiental, especialmente en los países del Sur candidatos a futuros cementerios de CO2.

Así, los resultados de la cumbre apuntan a más capitalismo verde. Como indicaba el activista e intelectual surafricano Patrick Bond: “La tendencia a mercantilizar la naturaleza se ha convertido en el punto de vista filosófico dominante en la gobernanza mundial medioambiental”. En Durban se repite el guión de cumbres anteriores como la de Cancún 2010, Copenhague 2009... donde los intereses de las grandes multinacionales, de las instituciones internacionales y de las élites financieras, tanto del Norte como del Sur, se anteponen a las necesidades colectivas de la gente y al futuro del planeta.

En Durban estaba en juego nuestro futuro pero también nuestro presente. Los estragos del cambio climático están teniendo ya sus efectos: liberación de millones de toneladas de metano del Ártico, un gas 20 veces más potente que el CO2 desde el punto de vista del calentamiento atmosférico; derretimiento de los glaciares y de los mantos de hielo que aumenta el nivel del mar. Unos efectos que incrementan el número de migraciones forzadas. Si en 1995 había alrededor de 25 millones de migrantes climáticos, hoy esta cifra se ha doblado, 50 millones, y en el 2050 ésta podría ascender a entre 200 y mil millones de desplazados.

Todo apunta a que nos dirigimos hacia un calentamiento global descontrolado superior a los 2º, y que podría rondar los 4º, para finales de siglo, lo que desencadenaría muy probablemente, según los científicos, impactos inmanejables, como la subida de varios metros del nivel del mar. No podemos esperar hasta el año 2020 para empezar a tomar medidas reales.

Pero frente a la falta de voluntad política para acabar con el cambio climático, las resistencias no callan. Y emulando a Occupy Wall Street y a la ola de indignación que recorre Europa y el mundo, varios activistas y movimientos sociales se han encontrado diariamente en un foro a pocos metros del centro de convenciones oficiales bajo el lema ‘Occupy COP17’. Este punto de encuentro ha reunido desde mujeres campesinas que luchan por sus derechos hasta representantes oficiales de pequeños estados isleños como Las Seychelles, Granada o Nauru amenazados por una subida inminente del nivel del mar, pasando por activistas contra la deuda externa que reclaman el reconocimiento y la restitución de una deuda ecológica del Norte respecto al Sur.

El movimiento por la justicia climática señala como, frente a la mercantilización de la naturaleza y los bienes comunes, es necesario anteponer nuestras vidas y el planeta. El capitalismo se ha demostrado incapaz de dar respuesta al callejón sin salida al que su lógica productivista, cortoplacista y depredadora nos ha conducido. Si no queremos que el clima cambie hay que cambiar radicalmente este sistema. Pero los resultados de Durban apuntan en otra dirección. El reconocido activista ecologista nigeriano Nnimmo Bassey lo dejaba bien claro con estas palabras: “Esta cumbre ha amplificado el apartheid climático, donde el 1% más rico del mundo ha decidido que es aceptable sacrificar al 99% restante”. www.ecoportal.net
 
Josep Maria Antentas es profesor de sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona y Esther Vivas es miembro del Centre d’Estudis sobre Moviments Socials de la Universitat Pompeu Fabra.
Artículo en Público, 13/12/2011.
http://esthervivas.wordpress.com

lunes, 12 de diciembre de 2011

El desordenamiento urbano

La emergencia invernal hace aún más necesario replantear el modelo de ocupación del suelo en la ciudad. Radiografía autorizada y precisa de lo que está pasando, lo que no debe pasar y lo que sí debe pasar con la revisión del POT, con la zona norte, con Usme, con los terrenos inundables, con los municipios vecinos, con la densificación y con los programas de renovación urbana.  

Un precio creado por la sociedad 

Las imágenes dramáticas de las inundaciones en el occidente de Bogotá remiten, de nuevo, a la discusión sobre el ordenamiento territorial y sobre las políticas de vivienda social en la ciudad. Aunque las viviendas que se encuentran inundadas en esta ocasión fueron construidas por el sector formal - algunas de ellas a través del banco de tierras distrital (Metrovivienda)- cuando el invierno arrecia la preocupación tiene que dirigirse, en primer término, a los barrios informales que ocupan zonas de riesgo o que están construidos con materiales inadecuados.
Para algunos el ordenamiento del territorio es un simple asunto técnico que reglamenta los usos del suelo y proyecta las infraestructuras e intervenciones públicas y privadas, cuando en realidad es un acuerdo político que expresa y recoge una de las tensiones críticas de la vida urbana: la disputa por las mejores condiciones de localización relativa dentro de la ciudad.

Ahí es donde adquiere su precio una mercancía como el suelo, que no es producida por el ser humano y, por tanto, no incorpora trabajo. La localización es creada socialmente- y también el precio del suelo, llamado “plusvalía”. No hay nada en el precio de este bien que no sea creado por la colectividad: cada terreno remite a su relación con los demás, de manera que su localización relativa depende de las múltiples acciones de los distintos actores de la ciudad [1].

Uno de esos actores es el Estado, autorizado por la ley para definir la distribución de los usos del suelo y con la capacidad de movilizar recursos colectivos para invertir en infraestructuras y equipamientos. Hasta ahora en las ciudades colombianas, incluida Bogotá, ha dominado una lógica que valoriza el suelo de propiedad privada mediante la asignación de usos y normas de edificabilidad sin contraprestación alguna; esta lógica refuerza la desigualdad, porque los dueños del suelo, favorecidos por las normas y la inversión pública, imponen precios altos al conjunto de la sociedad.

Los anteriores planteamientos conceptuales se traducen en instrumentos y reglamentos complejos y dispersos, que escapan al control -o aún a la comprensión- del ciudadano corriente. En lo que sigue intento describir algunos de ellos.

1. La revisión del plan de ordenamiento territorial (POT)

La administración Moreno emprendió una modificación, que legalmente tenía que ser de carácter excepcional, y que es factible siempre y cuando se sustenten técnicamente los motivos en que se fundamenta. Uno de los motivos invocados fue el ajuste de las normas del POT a “factores de riesgo” y al cambio climático. Pero la sustentación resulta insuficiente y haría falta un análisis más riguroso sobre la expansión al occidente y al norte de la ciudad y sobre el manejo del río Bogotá que, por ahora, no han sido consideradas. Estas decisiones no serán fáciles porque afectan expectativas de urbanización, ya que pueden implicar incluso la reversión de planes ya aprobados o en proceso de aprobación. Las resistencias serán fuertes y no se descartan demandas contra el Distrito.

No obstante es de esperar que los estragos del invierno en todo el país cambien la visión sobre usos del suelo por parte de los técnicos, los políticos, los jueces, las entidades de control y la ciudadanía en general, de tal manera que los costos se reduzcan y el Estado pueda concentrar sus recursos escasos en atender las causas verdaderas del problema.

Por lo demás, el proyecto de modificación impulsado por la administración Moreno no se ocupa de articular las normas de uso y edificabilidad con el sistema integrado de transporte público ni de actualizar las directrices sobre densificación para ponerse a tono con las dinámicas socio-demográficas. Poco avanza en las políticas de renovación urbana, a pesar de su evidente debilidad e inoperancia y mucho menos en la disponibilidad de suelo accesible a los hogares de bajos ingresos.

2. El Norte: reserva forestal, protección hídrica y plusvalía no cobrada 

La Zona Norte ha sido la reserva de suelo para los usos rentables y por tanto, donde mayores precios se presentan por las expectativas de urbanización. Desde el año 2000, cuando fue formulado el primer POT, esta zona ha estado sometida a fuertes discusiones referentes a la reserva forestal, a las zonas de protección hídrica alrededor de los humedales y a la contención de la urbanización. En julio de 2011, después de once años de dilaciones, se declaró la reserva forestal del norte que ahora está pendiente de un plan de manejo que precise los usos y establezca los instrumentos que aseguren los objetivos de conservación. El área de protección del recurso hídrico fue uno de los puntos no concertados entre la CAR y el Distrito en el trámite de modificación excepcional del POT, que ahora deberá decidir el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, a la par con algunas áreas de riesgo por inundación donde el Distrito pretende formular planes parciales. Es decir que volvimos al punto de partida.

Por lo demás, la zona norte es un ejemplo del uso de la planeación para valorizar el suelo de propiedad privada, como lo muestran varias decisiones del alcalde Moreno:
- Se negó a establecer porcentajes obligatorios de vivienda social prioritaria (VIP, de menos de 70 salarios mínimos) con el argumento de que los usos rentables garantizarían recaudos tributarios mayores. Lo hizo solo por vía de excepción y con una serie de condiciones que dejan la decisión en manos del propietario del suelo.

- Cuando se adoptó la contribución de valorización para financiar parte de las obras viales necesarias para autorizar la construcción de la zona, se amplió el área de influencia, incluso hasta la calle 72, con la consecuente reducción del impacto sobre los terrenos del norte que se van a ver beneficiados con la urbanización [2]. El esquema de financiación del resto de las vías y del alcantarillado aún no se conoce.

- Adicionalmente, hace unos días la administración expidió un decreto donde crea un instrumento denominado “intercambio de suelos por derechos de edificabilidad adicional”, que no está contemplado ni en la ley ni en el POT, para adquirir suelo con destino a las vías y espacio públicos de la zona Norte. Con este instrumento, implícitamente, se cambia la destinación de la participación en plusvalía pues – según decisión del Concejo del año 2003- el 70 por ciento del recaudo debe destinarse a la producción de suelo para vivienda de menos de 50 salarios mínimos, que, claramente, no se construirá en la zona norte. Este cambio es aún más grave si uno recuerda que, tal como se planteó en 2003, el grueso de la participación en plusvalías se iba a recaudar en esta zona norte donde, por múltiples razones, aún no se ha aprobado ningún plan parcial.

3. Usme: proyectos truncados y viviendas en el aire

Mientras tanto el plan zonal de Usme fue diseñado en la administración Mockus para desarrollar programas de autogestión, con vivienda progresiva, atendiendo así el problema de la escasez de vivienda accesible para los más pobres.

En esta zona, donde no están presentes los intereses inmobiliarios del norte, se logró una reducción significativa de los precios del suelo mediante los instrumentos del POT y de la Ley 388. Pero el logro se vio desdibujado por una disminución importante del porcentaje de suelo destinado a programas de autogestión, y, aún más, por el abandono de este tipo de programas.

Por el contrario se intentó emular el programa nacional de macro-proyectos, al ofrecer en venta suelo semi-urbanizado. Resultado: cuatro convocatorias donde no se presentó ningún comprador interesado. Años de esfuerzo y la inversión en algunas vías por ahora perdidos, sin contar con el lucro cesante de la planta El Dorado. Como si esto fuera poco en julio de 2011 el Ministerio de Ambiente hizo conocer la cartografía de una reserva olvidada por todos, la de cuenca alta del río Bogotá, que obliga a detener cualquier proceso de urbanización hasta tanto el Ministerio tome una decisión sobre el plan zonal y el plan parcial ya aprobado.

4. Terrenos inundables y municipios vecinos

Hasta hace poco los constructores sostenían que el suelo en Bogotá se había agotado, pese a existir unas 5.000 hectáreas con tratamiento de desarrollo. Hoy en día, entre las áreas inundables, las áreas que tendrán que ser destinadas a recibir el agua cuando el nivel del río aumente y la reserva cuenca alta, el agotamiento del suelo urbanizable se ha vuelto más cercano y esto obliga a replantear de veras el ordenamiento de nuestro territorio. Aún queda suelo, pero su uso será cada vez más disputado y, por tanto, menos accesible para vivienda social. Por tanto la escalada de los precios va a agravarse, si al tiempo con el reordenamiento que impone el cambio climático no se evita la retención de los terrenos a la espera de los usos más rentables.

Algunas de las medidas tienen que ver con la ocupación del suelo alrededor de Bogotá, ocupación que no puede reducirse a la conurbación que aumentaría la gran mancha de aceite que hoy sufre la Sabana. En esta perspectiva habría que tener en cuenta al menos dos factores: la construcción de un sistema de transporte regional y la organización de una autoridad regional. Ambos están aún lejos de ser una realidad.

Así se vuelve urgente actuar sobre los lotes de engorde que aprovechan los vacíos de la reglamentación y el escaso impacto de instrumentos como la sobretasa del impuesto predial. La administración de Samuel Moreno comenzó la utilización de un instrumento por el que hay que apostar: la declaratoria de desarrollo prioritario, sujeta a venta forzosa en pública subasta. Se presentaron muchos problemas en su aplicación y apenas han salido a subasta menos de 10 hectáreas. Pero sin duda hay que seguir con él para incidir sobre la totalidad del suelo reservado para usos más rentables, al tiempo que se adoptan medidas y programas eficaces para la producción de vivienda social prioritaria.

5. La densificación y la renovación urbana

Dado el panorama descrito, el grueso del crecimiento seguirá resultando de la densificación, como viene ocurriendo, de una forma tan desorganizada como ocurre con la expansión urbana. Se dice que Bogotá es una ciudad muy densa y, comparativamente es cierto, pero sobre todo es una densidad mal distribuida. Densidades insostenibles en los barrios populares de origen informal y bajas densidades en las zonas rentables.

Mientras la Empresa de Acueducto se concentraba en la expansión descuidó la reposición de redes, sobre todo las de alcantarillado. Al mismo tiempo la administración asignaba edificabilidades generosas sin exigencia de cesiones para vías o espacio público ni pagos compensatorios. El ejemplo más diciente puede ser la promocionada Torre Bacatá, donde se otorgó una licencia para 60 pisos con usos comerciales, de servicio y vivienda sin aportar nada a la ciudad, más que congestión y saturación de las redes de servicios. ¿Quién pagará por esos impactos?

Mientras hay 1.800 hectáreas con tratamiento de renovación urbana sujetas a plan parcial y sin reglas de juego claras ni estables, en casi 10.000 hectáreas es posible demoler una casa y construir un edificio sin ninguna exigencia de aporte de suelo o pago por financiación de obras. Hay propuestas en ese sentido en la modificación del POT en curso, que tienen que ser reforzadas.

Además, la renovación ha sido entendida como un proceso de destrucción y sustitución de los espacios existentes para promover la llegada de usos más rentables. Es la modalidad que promueve la Empresa de Renovación Urbana y que, si bien afortunadamente ha tenido pocos avances, hasta ahora ha utilizado la expropiación, o su etapa previa de enajenación negociada- para propiciar negocios inmobiliarios con valorización del suelo y expulsión de población, como ocurrió en Manzana 5 o en Estación central. Y es el tipo de renovación urbana que esperan los agentes privados sea promovida por la administración: altas edificabilidades, reglas de juego más claras para facilitar el desarrollo de los proyectos y expropiación a favor de terceros. Consolidación y renovación siguen la lógica de favorecer el encarecimiento del suelo y reforzar la exclusión.

En conclusión 

La ley 388 puso a disposición de los gobiernos municipales una serie de herramientas para lograr mejores condiciones de vida a través del ordenamiento del territorio y la redistribución de las rentas de suelo o plusvalías. El punto de partida era el manejo de las normas de ocupación, uso y edificación y, a partir de ahí, los porcentajes obligatorios de suelo para vivienda de interés social, la declaratoria de desarrollo prioritario sujeta a venta forzosa en pública subasta, las obligaciones urbanísticas en sistemas de distribución equitativa de cargas y beneficios, los bancos de tierra, la transferencia de derechos de construcción, la participación en plusvalías o la contribución de valorización.

Bogotá ha puesto a prueba casi todas con escasos resultados. Mientras la norma siga siendo un factor de desorden y no exista seguimiento y control de esos varios instrumentos, la degradación ambiental y la exclusión social seguirán en aumento. La situación de emergencia que vive la ciudad obliga a soluciones de urgencia, que empiezan por un replanteamiento profundo de la expansión y la densificación, la reorientación de la renovación urbana y un cambio en las reglas de juego de la financiación urbana y en las políticas de vivienda social. 

* Abogada y urbanista, profesora e investigadora del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.
http://razonpublica.com/index.php/regiones-temas-31/2615-maria-mercedes-maldonado.html 

El aire no está en venta, ¿Dónde está el truco en el negocio de los bonos de carbono?

venderla. Pero el blanco parece no haber entendido, insiste en que cedamos, vendamos o maltratemos nuestra tierra, como si el indio también fuera persona de muchas palabras... De la Carta Uwa al Mundo. 1999.
 
Por estos días se habla mucho del tema de los bonos de carbono, el CO2, venta de oxígeno, cuidado o cultivo de bosques. Empresas, personas particulares, ONGs e instituciones del estado llegan a los territorios colombianos proponiendo a las comunidades ganar dinero por la venta del aire que producen los bosques. Esto pasa en todo el mundo porque es un mecanismo internacional que se presenta como una forma de reducir los efectos de la crisis climática.

La propuesta es simple y atractiva: “deje crecer el bosque o siembre un bosque y recibirá plata sin mayor esfuerzo”. Claro, a una comunidad llevada del carajo por la pobreza, los desastres naturales como invierno, inundaciones, pérdida de cultivos, además de las muchas necesidades que golpean a cualquier poblador del campo, la selva o las montañas de Colombia esta propuesta cae como una bendición.
Pero vamos a mirar despacito para entender qué es lo que nos están diciendo.

¿Por qué pagarle a alguien por el trabajo que hace el bosque (chupar dióxido de carbono, CO2 y producir oxígeno)?
El asunto es sencillo: los árboles se chupan o respiran el CO2 que es un gas llamado dióxido de carbono. El CO2 es un gas presente en la Madre Tierra, un hermanito, pero que al ser producido en exceso por las máquinas, vehículos y sobre todo por la gran industria, arrojan, entre todos, millones de toneladas de CO2 a la atmósfera causando contaminación, calentamiento global y crisis climática. O sea que por todo esto la Madre Tierra se calienta, se enloquece el clima, se derriten las nieves de los nevados, los hielos de los glaciares y de los polos, se desbordan los ríos, se inundan los cultivos, se derrumban las montañas, se extinguen los animales y la vida de todos los seres se nos vuelve un tormento.

Viendo este tremendo desastre causado por el modelo de desarrollo, especialmente por los países más industrializados, se escribió un acuerdo entre 187 países en el año 1997 conocido como Protocolo de Kioto. Estados Unidos, el país más contaminador de todos no ha firmado este acuerdo. Los países contaminadores se comprometieron a reducir el envío al aire (atmósfera) de varios gases contaminantes, entre ellos el CO2. Pero esto afectaría en gran medida las ganancias de la gran industria. Por eso se inventaron otra forma: pagar para seguir contaminando.

¿Dónde está el truco?
El truco consiste en que ellos siguen contaminando y para justificar el daño ofrecen una cantidad de dinero a los países o a las comunidades que tienen muchos bosques. Nos dicen que nos van a pagar por tener bosques, pero en realidad lo que hacen es pagar por el derecho a seguir contaminando y aumentar sus ganancias.

¿Quién se queda con la ganancia?
La plata que ofrecen por el negocio viene siendo una chichigua, una mínima cantidad, porque la mayor parte se queda en los intermediarios y los dueños del negocio. Las comunidades terminan en la última parte de la cadena o en la puerta del edificio para que les tiren un hueso, mientras que las grandes empresas o las bolsas de valores del mundo se quedan con la mayor ganancia en el piso más alto del edificio.
La gente que recibe el hueso termina, en su propia tierra, como esclava de los que le tiran el hueso del piso más alto y, al mismo tiempo, como cómplice de la contaminación y de su propia destrucción, pues en lugar de rechazar el maltrato de la Pacha Mama recibe unos billetes por su silencio.
¿Cómo se está llevando a cabo?
La forma como se lleva a cabo el negocio del oxígeno es complicada de entender y muy variada. Lo primero que se estableció fue la norma a nivel internacional conocida como Protocolo de Kioto y que ahora en Colombia se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014 (1) como Programa REDD (2) (Reducción de las Emisiones provocadas por la Deforestación y la Degradación de los bosques). Una vez tenida la norma el gobierno, las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo, ONGs, bancos, empresas o particulares, o combinación de varios de estos, se acercan a las comunidades (afros, campesinos e indígenas) a ofrecer el “negocio del CO2” disfrazado de proyectos ecológicos, en los que la comunidad cuida las tierras que habita para que produzcan oxígeno.

Otra forma es la compra de tierras (3) (para plantaciones) o de bosques para producción de oxígeno. Para el mismo fin también se buscan tierras y bosques en arriendo.

Otra es a través del despojo de tierras llevado a cabo por grupos armados que se apoderan de esos territorios para participar del negocio conocido como guerra del CO2. (4)

Conclusión
De esta manera lo que se logra no es proteger la Madre Tierra sino continuar su destrucción para seguir ganando dinero. Los que más plata tengan pueden comprar su derecho a contaminar. Los dueños de los bosques con el tiempo terminan afectados por inundaciones, sequías, pérdidas de cultivos, enfermedades…
Por eso vale la pena preguntarle a los contaminadores, a los gobiernos y a los mercaderes del aire “¿Cómo pueden comprar o vender el cielo, el calor de la Tierra o el aire?” Esa es una idea extraña para los pueblos arraigados a la tierra.

Organizaciones como las asociaciones de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN, y del Chocó, Orewa, han dicho que no aceptan el chimbo negocio de los bonos de carbono.
El Pueblo Wounaan escribió hace poco a los contaminadores: “dejen de envenenar el aire y la Madre Tierra que nosotros no tenemos ningún interés de cobrar por el trabajo que hacen nuestro hermano el bosque”.

Datos importantes
El Protocolo de Kioto se firmó el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de 2009, eran 187 estados los que ratificaron el protocolo.
Entre 2008 y 2012 los países firmantes del Protocolo deberían dejar de enviar el 5.2% menos de las emisiones que lanzaban a la atmósfera en 1990 (como año de referencia). Por ejemplo, si las emisiones de estos gases en el año 1990 alcanzaban el 100%, para el año 2012 deberán de haberse reducido como mínimo al 95%.

Estados Unidos, el país más contaminador, no ha firmado el Protocolo de Kioto.
Un bono de carbono es un permiso que se compra por emitir una tonelada de CO2 a la atmósfera.
Un bono de carbono vale 12 euros (unos 30 mil pesos) en promedio. Hasta 2009 España había comprado en América Latina 60 millones de bonos por un valor de 1260 millones de euros (3 billones de pesos aprox.).
En Colombia hay muchas empresas, particulares e instituciones que van por los pueblos ofreciendo las ventajas del negocio. Entre estas: USAID, Banco Mundial (5) Fundación Gordon and Betty Moore, Banco Interamericano de Desarrollo, Global Emviromental Facility, PNUMA, ALIDE (asociación latinoamericana de instituciones financieras para el desarrollo), South Pole, Cantor CO2e, Terra Commodities y Dulces Colombina. www.ecoportal.net
ACIN
www.nasaacin.org
Referencias:
1. http://censat.org/articulos/....
2. http://censat.org/articulos/....
3. http://www.nasaacin.org/component/....
4. http://xlsemanal.finanzas.com/web/....
5. http://censat.org/articulos/....

El mundo se seguirá cocinando a fuego lento

Los países desarrollados evadieron un compromiso para reducir sus emisiones de gases invernadero y mitigar el cambio climático. Quizás lo hagan dentro en una década, dijeron. Por Lorenzo Morales, enviado especial de SEMANA a Durban.

Tres millones de damnificados y 500 mil familias que tendrán que ser reubicadas es hasta ahora el áspero balance que han dejado las tres olas invernales que han azotado a Colombia en un año. La gente trata de navegar entre el desastre y el Gobierno pone parches aquí y allá. La tragedia devela cuán vulnerable es Colombia a un clima más extremo.

Tragedias similares se repiten en otros países. Pese a los gigantescos daños a los que está expuesto el planeta, este domingo en la mañana se sellaron en Durban (Sudáfrica) las conversaciones en las que los países del mundo ofrecieron avances mínimos para un acuerdo global para reducir las emisiones de carbono, principales causantes del cambio climático.

La “plataforma de Durban”, como fue bautizado el acuerdo de dos páginas, surge después de dos semanas de amodorradas conversaciones y una frenética jornada final que se prolongó hasta la mañana del domingo.

China, el principal emisor de gases, e India accedieron a hacer parte de las conversaciones que el próximo año darían forma a un nuevo acuerdo que obligaría a todos los países del mundo, por primera vez, a mermar sus emisiones. Estados Unidos, el segundo emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y uno de los más renuentes a hacer parte de un acuerdo obligante, acogió la nueva “hoja de ruta” propuesta por la Unión Europea que debe ser ratificada en 2015 y prevé la entrada en vigencia de nuevas metas en 2020.

El acuerdo alcanzado a última hora salvó la cara tras dos años de conversaciones fracasadas en Cancún y Copenhague que anticipaban que en Durban se sellaría el colapso de las negociaciones al no alcanzar acuerdo alguno. Sin embargo, los pactos logrados siguen siendo declaraciones de buena voluntad -en un lenguaje laxo que permite reinterpretaciones- y que posponen las acciones concretas por varios años, pese a que la ciencia ha reportado que la reducción de gases de efecto invernadero no da espera si se quiere evitar un punto de no retorno climático.

“No podemos seguir reuniéndonos todos los años para llegar a acuerdos que se quedan cortos para responder a lo que la ciencia, y no la política, nos está exigiendo”, dijo Ruth Davis, asesor político de la organización no gubernamental Greenpeace del Reino Unido.

Los países en vía de desarrollo y en particular los más vulnerables, como Colombia, Pakistán, Centroamérica y algunas pequeñas islas, traían mayores ambiciones en particular sobre la inyección de fondos por parte de los países ricos para la adaptación al nuevo régimen climático. La principal expectativa estaba puesta en el Fondo Verde para el Clima, para el que los países desarrollados prometen aportar 100 billones de dólares anuales a partir de 2020 pero que sigue siendo un cascarón vacío.

“El sistema de consensos no funciona; solo nos lleva a la inacción o a la mediocridad”, dijo el ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl, minutos antes de entrar a una de las reuniones a puerta cerrada el viernes en la que se discutiría una propuesta que hubiera eliminado cualquier obligación de reducción de gases por parte de los países desarrollados.

La ansiedad de la mayoría de las organizaciones civiles que participaron como observadoras en Durban se hizo evidente a medida que el cierre de las conversaciones se acercaba. Los corredores entapetados de complejo fueron varias veces bloqueados por manifestantes que exigían, con cantos y pancartas, resultados a los delegados reunidos a puerta cerrada en diferentes salones del centro. Afuera miles de indignados del medio ambiente ocuparon las calles.

Una de las riendas invisibles detrás de las negociaciones en Durban fue el precario estado de la economía mundial y la ansiedad por una crisis financiera que sigue contagiando a las naciones más ricas. Enfriar el mundo es muy caro y cada país se declaró dispuesto a hacer avances pero sin comprometer sus pocos centavos. Los países desarrollados en bancarrota -como buena parte de Europa- tratan de salvar el euro mientras que Estados Unidos sigue tratando de enderezar su maltrecha economía. Los en desarrollo -como Brasil, China, India, y Sudáfrica- no quieren compromisos amarrados a los tobillos y quitarle impulso a su carrera por una mayor prosperidad.

Kioto: ¿un vestido estrecho?

El nuevo cronograma de Durban le extiende por unos años la vida al Protocolo de Kioto, el único pacto que obliga legalmente a los países desarrollados a reducir sus emisiones. Además de Estados Unidos, que nunca lo ratificó, ahora tampoco harán parte ni Japón ni Rusia ni Canadá, que anunciaron su retiro.

Aunque para muchos ambientalistas desmantelar las metas y obligaciones del Protocolo de Kioto suena a herejía, quizás sea una bendición para el mundo. Aunque el acuerdo logrado en 1997 fue una resonante victoria política de los países en vía de desarrollo (empujados por Estados Unidos) sobre los más ricos, en la práctica ha sido también un sonoro fracaso: durante sus 12 años de vigencia, las emisiones globales no sólo no se redujeron sino que el año pasado alcanzaron su pico más alto.

El intento de los últimos tres años por mantener con vida artificial un pacto que ya lucía en coma ha desviado la atención sobre alternativas más eficaces, concretas y baratas para mitigar el cambio climático como por ejemplo reducir la deforestación (responsable del 20 por ciento de las emisiones), estimular la transición a energías limpias como la producida por el viento o las mareas, e, incluso, concretar ayudas económicas y en tecnología para la adaptación de países muy vulnerables al nuevo clima.

Los compromisos bajo Kioto se hicieron para países que hoy no existen. China, India y Brasil ya no son economías en desarrollo que puedan ser eximidas de reducir sus emisiones. Un tratado sin Estados Unidos a bordo sigue siendo inocuo. Las reducciones dentro del marco de Kioto sólo cubren hoy algo menos del 20 por ciento de las emisiones globales.

“Mientras Kioto divide el mundo en dos categorías ahora vamos a tener un sistema que refleja la realidad de un mundo más interdependiente”, dijo Connie Hedegaard, la delegada europea quien lideró la firma de la nueva hoja de ruta para nuevos compromisos. “Como somos interdependientes, nuestras promesas deben tener el mismo peso legal para todos”.

Insistir en avanzar haciéndole arreglos y actualizando las metas bajo Kioto es seguir, como dijo un negociador, “atorados tratando de instalarle una caja de cambios automática a una vieja carreta jalada por caballos”.
http://www.semana.com/mundo/mundo-seguira-cocinando-fuego-lento/169070-3.aspx

sábado, 10 de diciembre de 2011

De verdad soy ecológico?

Se nos olvida que puedo decidir si cambio de móvil, si cambio de vehículo, si compro latas de aluminio, si adquiero botellas de plástico por muy reciclables que sean, si cambio de ordenador o de cámara fotográfica, si voto o no... Puedo decidir si actúo o no. Es mi responsabilidad. Debo aceptarla. Lo demás es una negación, sólo colabora a mi inmadurez y a que no sea coherente entre lo que pienso, hago y digo.
 

Me pregunto con frecuencia, ¿soy ecológico? ¿Actúo para que se produzcan cambios positivos para mí, para quienes me rodean y para el mundo en general? Existen indicios de que la sociedad en la que vivo no. Sin embargo, esa respuesta sólo me sería válida si deseara delegar mi responsabilidad en los demás. Es la una trampa para no madurar.

Desconexión moral entre la acción y sus consecuencias
Entre una acción y sus consecuencias nos podemos distanciar tanto que parece no existir culpables. Entre una medida del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional y la pobreza en un país, parece haber una distancia tan enorme que quienes toman las decisiones en estas entidades, no se sienten culpables de las acciones que llevaron a cabo. Así nosotros tampoco nos percibimos como responsables de que nuestras zapatillas hayan sido cosidas por niños en régimen de semiesclavitud en algún país lejano. Lo mejor es delegar la culpa en los demás y no hacernos responsables. Meses atrás conversaba con un líder de la extrema derecha española. Me comentaba que la crisis es debida a los mercados, algo sin nombre y lejano. La negación de los hechos es un fenómeno conocido y peligroso en psicología. La negación social lo es aún más cuando se transforma en un patrón de comportamiento.

Hace poco cayó en mis manos el libro de Daniel Goleman "Inteligencia Ecológica". Posee interesantes reflexiones sobre todo en el campo del consumo, las empresas y los consumidores.
En la obra se reflejan datos que llevan a estremecerse:
  • En Estados Unidos se emplean ochenta y ocho millones de bolsas de plástico al año.
  • Las bolsas de papel, que se plantean como alternativa, parece que requieren más energía y agua para su fabricación que las anteriores. Muchas de bolsas de tela que nos ofrecen en los supermercados, provienen de países en los que se explota a la mano de obra o que se contamina sin control.
  • Gran parte de la publicidad sobre los productos verdes, ecológicos... No es más que una herramienta de marketing para vender más. Se incide en unos aspectos pero no en otros. Por ejemplo, en las impresoras de ordenador. Nadie habla del impacto de la calidad del aire en las oficinas donde se encuentran instaladas y sus repercusiones sobre la salud de lo trabajadores. Tampoco nos ocupamos de la obsolescencia programada que las lleva a inutilizarse después de un número de copias. La importancia de que mil millones de personas en el mundo consumen 32 veces más que el resto de los habitantes del planeta. De ello deduce que polucionan 32 veces más.
Tras leerlo volví a mi pregunta. ¿Soy ecológico? ¿Actúo para que haya cambios positivos?
Nos ha tocado vivir en una sociedad en la que nuestra coherencia está comprometida. Aún si se tiene una alta conciencia de que es lo que nuestras acciones de consumo producen, en ocasiones es complicado evitarlas. Por cuestiones de imagen social, de comodidad...

El neoliberalismo está basado en el consumo. En una manera de consumir ahora más y sin límites. Con axiomas que propugnan que los recursos son infinitos y que si no lo son, la tecnología lo solucionara y que por tanto podemos malgastarlos cuanto nos venga en gana.

Nada más tenemos que examinar nuestra sociedad y observaremos que:
  • Desplazarse en transporte público en economías basadas en el permanente uso desaforado del petróleo como Estados Unidos o Canadá, es muy complicado.
  • No cambiar de ropa con la moda hace que nos encontremos fuera del flujo social y en los trabajos o en las relaciones sociales seamos mal vistos.
  • No tener coche o no cambiarlo empieza a ser una rareza.
  • Una casa sin televisor, vídeo, ordenador, DVD, consolas... nos parece una vivienda de otro planeta.
  • Lavar las bolsas de plástico para reutilizarlas... a quien se le puede ocurrir tal disparate con la cantidad de ellas gratuitas que están a nuestro alcance.
  • No cambiar con frecuencia de móvil es poco menos que pecado y mucho más no tenerlo. Como si antes no hubiéramos podido vivir sin él.
  • No consumir bebidas o alimentos enlatados es un esfuerzo ímprobo.
  • Nos levantamos con la necesidad de comprar cada día una botella de plástico de agua. En cantidad de dos litros parece que la necesitamos para vivir presionados por las campañas de publicidad. Adquirimos productos envueltos en plástico recubierto por un embalaje de cartón impresos con tintas contaminantes.

Se nos olvida que puedo decidir si cambio de móvil, si cambio de vehículo, si compro latas de aluminio, si adquiero botellas de plástico por muy reciclables que sean, si cambio de ordenador o de cámara fotográfica, si voto o no... Puedo decidir si actúo o no. No es interesante para mí pensar en que el gobierno reciclara lo que consumo. Tampoco que alguien desconocido controlara la calidad de lo que compro. O que unos inspectores fantasmas vigilaran para que nadie sea explotado. Es mi responsabilidad. Debo aceptarla. Lo demás es una negación, sólo colabora a mi inmadurez y a que no sea coherente entre lo que pienso, hago y digo.

Las investigaciones que cita Goleman sobre la neurociencia, aplicadas a las empresas y a la política, dotan a estos grandes grupos de una capacidad de manipulación cada vez más elevada.

Consumir ahora, ya
Sabemos que nuestros circuitos cerebrales tienden a prestar más atención al corto plazo que a los años venideros.

Esta propiedad lleva a que el consumo que impera sea, utiliza ahora y mañana, el año que viene o las generaciones que nos sucederán, ya veremos.

Este reacción sobre lo inmediato es una herramienta de supervivencia instaurada en el comportamiento más primitivo de nuestro ser.

La dinámica del aquí y ahora es en la que funciona nuestra sociedad. Esto implica complejas consecuencias. Una de ellas está relacionada con la ética, más allá de la moralidad. La moral social la podemos basar en una serie de leyes que nos obligan a todos. Pero legiones de abogados, entrenados para ello, siempre pueden encontrar los espacios vacíos entre las palabras para conseguir lo que desean sus clientes.

Muchas empresas mineras, de energía, química, partidos de la derecha y de la izquierda se rigen por las leyes pero sus letrados facilitan que contaminen, corrompan, evadan capitales y que todo esto se encuadre de la legalidad. Su objetivo, conseguir los mayores beneficios en el menor tiempo posible. Ya, ahora, aquí.

Repensar, detenerse, decrecer.
Es hora de poner a trabajar los lóbulos frontales del cerebro que pueden inhibir nuestro comportamiento instintivo de consumo inmediato sin tener en cuenta las consecuencias.
Se debe:
  • Repensar nuestras acciones, palabras y pensamientos. Son en realidad nuestras? Son fruto de una campaña de marketing, de una regla social que en nada nos favorece ni a nosotros ni a la Tierra?
  • Detenerse para vivir con más tiempo para nosotros mismos.
  • Decrecer. No podemos seguir consumiendo a esta velocidad bienes o servicios, palabras o pensamientos.
El cambio es imprescindible.

No tenemos mucho más tiempo.

Mucho más allá del consumo, de los recursos naturales, de la economía... Debemos ir a hacer que no sólo nuestras acciones sean las adecuadas, sino también que nuestras palabras y pensamientos sean los más positivos posibles para que creen una realidad en los mismos términos.

Las palabras que expresan los pensamientos de una persona o una entidad son la radiografía de su alma.
Tomar conciencia conlleva acciones precisas.

Votaría usted a alguien que en sus palabras destila odio, destruye la educación, la salud, nos implica en guerras ilegales, recorta los derechos de los trabajadores, está al servicio de lo que denominan mercado como eufemismo de nueva forma de esclavitud, nos sume en miedo permanente al otro, a la diferencia, al futuro...?

Compraría un producto o adquiriría un servicio de una empresa que piensa sobre usted sólo en términos de su capacidad de desembolsar dinero? Que destruye miles de kilómetros cuadrados de bosques, maltrata o acosa, contrata niños, paga salarios de miseria a sus empleados?...

Si tomamos decisiones, si actuamos mediante cambios educativos, cambios personales, no consumimos productos, servicios o votos, no tendrán quien les vote o consuma. Tendrán que cambiar.
Necesitamos inteligencia activa ecológica.

Necesitamos ser conscientes de que nuestras palabras y pensamientos en muchos casos, no son reciclables, ni reutilizables, ni mucho menos sostenibles.

Eres, soy ecológico y activo? www.ecoportal.net
Juan Jose Peláez Gómez - Más información en http://juanpelaezescritor.wordpress.com/
25 de noviembre de 2011 - http://www.revistafusion.com

La minería boba. La explotación minera nunca ha sido generadora de desarrollo

Es probable que el petróleo sea la sangre de la tierra y las piedras los huesos, como creen los U’was, pero la sangre y los huesos son para usarlos, por muy sagrados que sean, como dicen los mineros.
 
Tienen razón. Los animales y los vegetales son para comer y los minerales para todo lo demás: para fabricar casas, drogas, vestidos, celulares, televisores, autos, dientes, marcapasos, pistolas, ojos de vidrio, muñecas inflables y naves espaciales. Y máquinas. Y energía para moverlas.

Para Claudia Jiménez, la directora del Sector de la Minería a Gran Escala, la disyuntiva “minería o medio ambiente” es un falso dilema porque en Colombia se practica una minería ecológicamente responsable.
Por desgracia, la historia pasada y la reciente, y los expertos, nos están diciendo otra cosa: “Según los propios voceros del gremio, sólo el uno por ciento de los 4.000 títulos mineros en explotación cumple con los estándares de responsabilidad ambiental, pero yo creo que la cifra real es uno por mil”, afirma el geólogo y consultor ambiental Julio Fierro.

Agrega que las empresas mineras manejan un surtido repertorio de trapisondas: obtienen jugosas exenciones y tributan poco gracias a las legislaciones redactadas por funcionarios que pasan de las empresas del sector a los cargos del Estado; abusan del mercurio para la explotación del oro; ocultan información sobre las enfermedades profesionales de sus obreros y no cumplen con los estándares de seguridad exigidos; dividen las comunidades indígenas mediante el soborno de algunos de sus miembros; no generan encadenamientos productivos sino economías de enclave, como en los tiempos de la colonia; adelantan explotaciones en parques naturales, páramos, humedales y reservas forestales, y no son muy escrupulosos, como lo han demostrado las relaciones de la Drummond y los esmeralderos con grupos paramilitares, y el desplazamiento de los Wayúu en la Guajira, cuyas tierras han sido expropiadas mediante una letal “combinación de formas de lucha”: motosierras, abogados y notarios.

El exsecretario de la ONU para asuntos económicos y sociales, José Antonio Ocampo, sostiene que la explotación minera no ha sido históricamente una gran generadora de desarrollo. Los tristes casos de las minas de diamantes en Zimbabwe, de uranio en Kenia, de estaño en Bolivia y de oro y esmeraldas en Colombia, parecen darle la razón. “Todas las regiones que dependen de la minería en Colombia están subdesarrolladas”, afirma tajante Ocampo, y agrega:

“La minería puede ser ‘locomotora’ del desarrollo si se la utiliza para fomentar otras actividades industriales y de servicios. Pero en Colombia es un oficio meramente extractivo, una modalidad que genera muy poco empleo y bajos impuestos. Produce altas utilidades para las grandes empresas, casi todas extranjeras, pero finalmente el país cambia por muy poco uno de sus principales activos, la riqueza minera”.

Deberíamos hacerle caso al profesor Ocampo. La última vez que no lo escuchamos, cuando preferimos la apertura total de Gaviria y Hommes, frente a la “apertura gradual” que sugirió el profesor, nos fue como a los perros en misa.

Es responsabilidad de este gobierno administrar de manera inteligente y proba las regalías del sector, y lograr que buena parte de nuestros minerales se procesen aquí mismo y generen industrias y servicios nacionales. No podemos seguir siendo una cantera riquísima y privada de las multinacionales y los burócratas de “la puerta giratoria”, y ostentar, al tiempo, el triste honor de ser el tercer país más inequitativo del mundo. Es una infamia que no nos perdonará la historia. www.ecoportal.net
El Espectador
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