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lunes, 5 de diciembre de 2011

El protocolo de Kyoto: lecciones no aprendidas

En Durban, Sudáfrica, se está dando sepultura a un gran fracaso de la comunidad internacional frente a una auténtica amenaza global: el cambio climático. Los tres mayores emisores de CO2 —China, Estados Unidos y la India— no tienen la menor intención de asumir compromisos. El resto del mundo salta de conferencia en conferencia. Y la temperatura media del planeta sigue aumentando.

¿Y ahora qué?
 
La crónica sobre la conferencia de Durban, Sudáfrica —17ª Conferencia de las Partes (COP 17) del UNFCCC (United Nations Framework Convention on Climate Change), que se está celebrando entre el 28 de noviembre y el 12 de diciembre— es tan previsible que bien podría haberse escrito con anticipación.

No había que ser adivino para ello, pues en las llamadas inter-sesionales, y en lo que quedó —poco y flaco— de Copenhague y Cancún, ya estaban las señales de lo que muy probablemente ocurrirá allí: nada sustantivo. Y para decirlo con una palabra que ya es casi un lugar común: el triste final del Protocolo de Kyoto (PK).

Es realmente compleja la discusión sobre lo que debe seguir una vez haya terminado el primer período de compromiso de este acuerdo entre naciones (2012):
  • Unos opinan que debería prolongarse, luego de Durban, mediante un acuerdo que garantice un segundo período de compromiso de sus naciones firmantes.
  • Otros opinan que el Protocolo debería sustituirse por un acuerdo más ambicioso y efectivamente vinculante, que responda a la gravedad y a la velocidad del cambio climático y nos devuelva la esperanza casi perdida.
Todos parecen coincidir en que este nuevo acuerdo debería contemplar un nuevo régimen de compromisos que incorpore a los países que a pesar de estar clasificados como “en vías de desarrollo”, son hoy grandes potencias industriales, grandes centros poblados y por supuesto, grandes emisores de carbono.
 
Los más radicales creen que el Protocolo de Kyoto debe, sencillamente, recibir cristiana sepultura (o christiana, para aludir a Figueres) y estructurar un tipo de acuerdo basado en una nueva lógica, que incluya la posibilidad de acuerdos multilaterales y no necesariamente un gran acuerdo entre 192 países.

El exviceprimer ministro británico John Prescott ha entrado, sorpresivamente, a este club: ha llegado la hora de parar el Protocolo de Kyoto, declaró al Guardian (diciembre 2 de 2011). Esta opinión resulta de gran valor hoy, puesto que Prescott ha jugado un papel preeminente en todo el proceso, y muchos le reconocen un bien ganado prestigio.

Posiciones encontradas

Los bloques de países mantienen posiciones divergentes frente a Durban:
  • La Unión Europea es partidaria de mantener el régimen del PK, pero exige que Estados Unidos y las grandes economías se incorporen;
  • Rusia, Canadá y Japón no firmarán un segundo periodo de compromiso;
  • Los países que negocian bajo el grupo mal llamado G77+China — quedaría mejor llamado China+G77— con excepción de China, India, Singapur, Brasil y México, no tienen mayor posibilidad de incidir en uno u otro sentido, pero suman en el juego de la democracia climática.
  • Pero China sí incide, y no firmará nada, si no está Estados Unidos.
  • Estados Unidos no está en el Protocolo, lo cual no le impide “mangonear” desde la Convención. Lo viene haciendo con mejorada eficacia desde Bali, y todo parece indicar que en Durban sacará la mejor tajada.
¿Quiénes quedan? Medio Oriente y Africa. Azotados por hambrunas y crisis políticas, no parece que hayan incluido al PK como una de sus prioridades; al fin y al cabo ellos también son parte del G-77.
 
¿Qué es lo más probable que ocurra en Durban? Otra declaración de buenas intenciones que en la práctica posponga hasta 2020 la construcción de un acuerdo vinculante y efectivo. Esta declaración podría empezar así: “Las naciones aquí presenten reconocen la gravedad climática mundial y emprenderán acciones para frenar el avance hasta los 2°C… luego un pequeño bla bla bla, agregaría: “nos comprometemos a emprender acciones urgentes para reducir conjuntamente nuestro nivel de emisiones…”

El enviado de la UE Rung-Metzger, adelantándose quizás a la vergüenza de un acuerdo de esta naturaleza, dijo: “Si no hay un acuerdo efectivo, la gente perderá definitivamente la confianza en este circo viajero.” 

Lecciones no aprendidas

Más allá de lo que ocurra finalmente en Durban, vale la pena preguntarse por lo que nos deja Kyoto hasta hoy: lo que, como civilización global, podemos y debemos aprender de este proceso; y lo que es necesario desaprender.

En marcha hay acuerdos sobre adaptación y un Fondo Verde del Clima, que serán útiles para los países vulnerables si se cumplen las promesas y si los recursos se encauzan mediante trámites expeditos. Habrá que esperar. Y un mecanismo para la promoción de tecnologías de energías limpias relacionadas con la adaptación. Ídem.

Pero en cuanto a enfrentar la raíz del problema: los estilos de vida, la dependencia global de los combustibles fósiles, el diseño de una estrategia efectiva para frenar el avance del problema atendiendo los datos de la ciencia…nada.

De manera que la primera lección que nos deja el PK es que no fue posible ponernos de acuerdo sobre un asunto de suma urgencia y gran complejidad, que obligaba a ofrecer respuestas de tipo global. La institucionalidad del mundo representada por las Naciones Unidas ha demostrado debilidad e ineficacia.

Otras lecciones más simbólicas podrían ayudar a este diagnóstico: lecciones de lenguaje, lectura y aritmética.

2 grados de calentamiento

En una columna publicada recientemente en El Tiempo (28 de noviembre de 2011) Connie Hedegaard, Comisaria Europea de Acción por el Clima, escribió: “En Copenhague los dirigentes políticos se comprometieron a que la temperatura subiera más de 2°C” (ver facsímil).
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Según Freud, uno no comete lapsus sino actos ‘fallidos’. Pero éste de Connie no es ni lo uno ni lo otro. Es verdad, pues en la pasada Cumbre de Copenhague los dirigentes políticos se comprometieron a que la temperatura subiera más de 2°C. Y ésta, curiosamente, es la única de sus promesas que van a poder cumplir.


Ahí va el termómetro para arriba. Ya vamos en 0.77°C y, según cálculos de centros de ciencia, llegaremos a los 2°C antes de 2020.

Sopa de letras

Para Wittgenstein las palabras también son acciones, que denotan, según la forma de expresión lingüística “fines, deseos o vacíos concretos”. Este, que pudiéramos llamar el “lapsus Connie” ilustra bien lo que sucede en las Cumbres. Han inventado una jerigonza tal, hecha de siglas, convenciones, corchetes, signos y emblemas, que la posibilidad de que la sociedad entienda lo que allí sucede es casi nula. Pero esto, curiosamente, tampoco contribuye a que ellos se pongan de acuerdo.

Va un ejemplo ilustrativo sobre lo que incluye la conferencia de Durban:
  • La decimoséptima reunión de la Conferencia de las Partes (CP 17) de la CMNUCC
  • La séptima Conferencia de las Partes que sirve como Reunión de las Partes del PK (CP/RP 7).
  • La cuarta parte del décimo cuarto período de sesiones del Grupo de Trabajo Especial sobre Cooperación a Largo Plazo en el marco de la Convención (GTE-CLP 14);
  • La cuarta parte del decimosexto período de sesiones del Grupo de Trabajo Especial sobre Nuevos Compromisos de las Partes del Anexo I en el marco del PK (GTE-PK 16);
  • El trigésimo quinto período de sesiones de los Órganos Subsidiarios de Asesoramiento Científico y Tecnológico (OSACT 35).
  • Súmele a esto el GTE-PK y la CP/RP. Y las sesiones de OSE, OSACT, GTE-CLP y GTE-PK, para tratar, entre otros, asuntos como NAPPS, REDD, REDD+, MDL, CER, VER… (No vale la pena averiguar el significado de este enjambre de siglas…) ¿Se entiende lo de Connie? 
Lecciones de aritmética

El Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) se creó antes del PK y viene produciendo informes sobre el CC. Los del PK parece que no los leen o leen mal. Otros científicos suelen reunirse para alertar a la sociedad. 26 de ellos redactaron el “Diagnóstico Copenhague” (2009).

Allí advertían que si se quiere limitar el calentamiento a un máximo de 2°C por encima de los valores preindustriales, las emisiones deben tocar techo entre 2015 y 2020, y después descender rápidamente. Dijeron que las emisiones per cápita en las naciones ricas deben descender entre el 80 y 95 por ciento respecto del nivel del año 2000.

Si el PK leyera bien los informes de la ciencia, otra sería la suerte de sus cumbres. El PK quiere lograr en Durban una prolongación de su agonía teniendo en cuenta que:
  • China, el mayor emisor de dióxido de carbono (26-28 por ciento) no tiene compromisos de reducción según la lógica del PK.
  • Estados Unidos, competidor con China de esta medalla (25-27 por ciento), no está en el PK.
  • India, ahora el tercer emisor (24-25 por ciento), tampoco tiene compromisos de reducción. Rusia, Japón, ahí van.
Bastaría sumar estos tres datos para preguntarse cómo puede tener éxito un programa de reducción global del carbono sin la presencia del ¡75por ciento! Hace algunas semanas el periódico británico The Guardian publicó un estudio gráfico sobre las emisiones provenientes del consumo de energía en todo el mundo, elaborado sobre la base de un estudio de US EIA, sobre datos de 2009 y 2010.

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El estudio confirma que China es la mayor emisora, con un aumento del 13,3 por ciento en 2009 con respecto a 2008. Pero de 170 por ciento si tomamos a 2009 en comparación con el año 2000. Los datos de China indican la relación que existe entre economías emergentes y cambio climático. De manera que aquí podríamos empezar por sumar a India, Brasil, México, Indonesia, Rusia.

La reducción del 7 por ciento que refleja este estudio sobre las emisiones de Estados Unidos en el 2009 no está relacionada con planes de mitigación que este país haya emprendido de manera voluntaria, sino con los efectos de la crisis económica. Lo mismo ocurre con Europa en su conjunto (6,9 por ciento).

De manera que podríamos ensayar un ejercicio articulado de lenguaje, lectura y aritmética. Para desentrañar lo que esconden las ambigüedades, las falacias y las argucias, para quitarnos el velo que nos impide ver, y para sumar en el entendido que dos y dos no necesariamente son cuatro.

Finalmente, opino que el protocolo de Kyoto debería reemplazarse por un otro tipo de acuerdo, basado en un nuevo esquema que articule efectivamente la acción de los gobiernos con las demandas de las sociedades y que tenga en cuenta los escenarios de evolución de la crisis climática proyectados por la ciencia.
 
Este nuevo acuerdo debería incorporar una flexibilidad que el PK no contempló: la posibilidad de acuerdos multilaterales por fuera del esquema. Y debería estructurarse necesariamente sobre los despojos de Kyoto, procurando recuperar la maltrecha salud que hoy exhibe la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas.

* Profesor de cambio climático de la Universidad del Rosario y director general de Klimaforum Latinoamérica Network www.klnred.org
http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/2591-el-protocolo-de-kyoto-lecciones-no-aprendidas.html 

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