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martes, 28 de mayo de 2013

domingo, 26 de mayo de 2013

Ecologia, ambiente y desarrollo.

Uno de los objetivos principales de la Ecología es el logro de la armonía entre ambiente y desarrollo. Desde el punto de vista humano podría decirse que es este el objetivo fundamental de la ecología y el que le concede importancia social e histórica a esta ciencia; la Ecología reposó en las academias en tanto no se evidenciaron los conflictos entre el medio natural y el hombre. 

El problema ambiente-desarrollo ha recibido diferentes tratamientos, bien a la luz de concepciones científicas de la Ecología o de alguna de sus múltiples deformaciones semireligiosas, politícoides y afines. 

Una línea sostiene que el asunto constituye un dilema: ambiente o desarrollo; es el conservacionismo a ultranza. Una línea de pensamiento que alcanza niveles casi místicos y es, social e históricamente, reaccionaria. Propone detener el desarrollo y retornar a la naturaleza, volver a una vida primitiva y supuestamente ideal. 

Sostiene una idea completamente irrealizable, aún en el caso de que fuera deseable, y creída, en realidad, por muy pocas personas: algunos "hippies" tardíos que viven en comunas y granjas. La mayoría de las personas comprenden que es imposible dar marcha atrás a la historia y que es una tontería abandonar las ventajas de la civilización, por lo menos en cuanto a adelantos físicos se refiere. 

Por otra parte hay quienes creen en la posibilidad de conservar tanto el ambiente como el desarrollo, con una fórmula aparentemente sencilla: juntos, pero no revueltos. Así, que por un lado hacen parques y por el otro fabricas. Sin embargo, la fórmula tiene sus limitaciones, como se vio en Colombia; al coincidir los intereses de la industria y del ambiente en un mismo sitio, el parque natural debía ceder ante las fábricas como pasó en muchos sitios y sucederá muy probablemente mientras no se comprenda el valor real del entorno para la vida. 

De todas maneras, separar no es armonizar. La calidad de la vida humana en lo ambiental no puede relegarse a las visitas ocasionales a los parques naturales; es necesario que el equilibrio y la armonía de la naturaleza formen parte integral del patrimonio vital de cada persona y de la sociedad. Otras formas de progreso serían cuestionables; porque a menos que estemos convencidos que es imposible lograr la armonía entre ambiente y desarrollo, perder la calidad de la vida a cambio de un bienestar solamente económico, es absurdo. Así han comprendido los japoneses, cansados de pagar por unas bocanadas de oxigeno que les permita sobrevivir en medio de la atmósfera contaminada de hollín y bienestar económico de las grandes ciudades. Si la única manera de lograr el desarrollo fuera sacrificando la calidad del ambiente y de la vida, se justificaría el conservacionismo a ultranza. La separación espacial de ambiente y desarrollo es, a largo plazo, una condena a muerte para ambos. 

Pero hay quienes creen en la convivencia armónica de ambiente y desarrollo, en la capacidad humana para lograrla y obtener de ella beneficios; quienes, en vez de considerar ambiente y desarrollo como enemigos irreconciliables, los consideran aliados naturales. Se encuentran divididos en dos grupos: quienes creen posible armonizar el ambiente y desarrollo dentro de una estructura social y económica de tipo capitalista y quienes consideran que tal logro solo es posible en sociedades socialistas y comunistas. Uno de los últimos afirma que "la lógica ecológica es la negación pura y simple de la lógica capitalista" (M. Bosquet, 1972). De allí que algunos con entusiasmo o con temor, piensen que la Ecología es una ciencia "subversiva". Y quizá lo sea, en el mejor sentido de la palabra, porque es cierto que la mentalidad humana, especialmente en relación con la naturaleza, ha cambiado a la luz de los planteamientos ecológicos. 

Pero nos podemos preguntar si la subversión planteada por la ecología a nivel de la actitud mental del hombre frente a la naturaleza, tiene iguales implicaciones políticas. Es indudable que en estos momentos las ideas ecológicas constituyen un potencial político y que los problemas ambientales están exigiendo una definición en las actitudes de quienes son de alguna manera responsables de ellos por su condición de gobernantes. Se hace necesario conocer la posición de los dirigentes en relación con la problemática ambiental. Esto es tanto mas necesario cuanto hasta ahora la mayor parte de las acciones gubernamentales han respondido a presiones irresistibles de los problemas y de la opinión pública, pero no a una política propia. De ello ha resultado una política incoherente de manejo del ambiente, lo cual constituye justamente uno de los argumentos para quienes consideran imposible enfrentar los problemas ecológicos en una sociedad. capitalista. Se sostiene que es imposible dentro de esta estructura llegar a una planificación adecuada de las políticas ecológicas y que es solamente por el camino de una planificación muy clara y firme, con bases científicas, como se podrá lograr el desarrollo por cauces que no lo pongan en contradicción definitiva y fatal con el medio. Indudablemente la planificación es imprescindible; ya son muchas las empresas humanas que han fracasado por agotamiento del ambiente y de los recursos de los cuales dependían; son también muchas las muestras de la capacidad destructiva de los malos manejos ecológicos: erosión, desertificación, contaminación, etc., todo lo cual evidencia la inseparable dualidad que constituyen ambiente y desarrollo. 

La pregunta es, entonces, si un sistema capitalista permite planificar en el grado necesario para enfrentar las contradicciones ambiente-desarrollo y lograr el armónico desenvolvimiento de ambos. O si es necesario un cambio de estructuras para posibilitar las acciones pertinentes, a un nivel adecuado. Porque una de las dificultades principales con los problemas ambientales es su enorme escala regional y nacional, cuando no mayor. Problemas como la contaminación de ríos y atmósfera o la erosión que corroe al país, requieren acción institucional también a gran escala. La actividad privada rara vez alcanza las proporciones adecuadas a los problemas, aunque constituye un potencial enorme de apoyo a las soluciones que se busquen.
De aquí surge la necesidad de una planificación a nivel nacional y también el escepticismo, en algunos medios respecto a la posibilidad de solucionar los problemas. 

Pero creer que los problemas ambientales se solucionarán de por sí dentro de otros sistemas es también muy discutible y asignarle un poder de cambio tan grande a los principios ecológicos es quizá exagerado.
De hecho, la base teórica de la economía socialista también se sustenta como el capitalismo en un crecimiento indefinido sobre una base de recursos presuntamente inagotable y donde el productivismo sustituye al consumismo capitalista. Tarde o temprano los recursos se agotan y esto es lo que, de alguna manera, está anunciando la ecología para un futuro próximo para el cual deberán prepararse los sistemas económicos. 

Lo más probable es que el manejo correcto de la problemática ambiental se logre a través de la búsqueda decidida y científica de soluciones, no importa el sistema dentro del cual se haga. La Ecología, en sí misma, no está en pro ni en contra de algún sistema en particular, aunque sí impone ciertas reglas que cualquier sistema debe cumplir, so pena de entrar en conflicto desastroso con el medio. Y en Colombia vamos por ese camino. La problemática ambiental ha sido planteada de un modo empírico, con más entusiasmo que rigor. El problema ambiente-desarrollo ha derivado en una pugna entre ambientalistas y promotores del desarrollo, nada beneficiosa para el país. 

¿Y que nos espera en el futuro? Ya se ha logrado crear en el ambiente político una preocupación por los temas ecológicos, la ecología tiene visos de convertirse entre nosotros, como en otros países, en una bandera política. Ojalá, detrás de las consignas político-ecológicas, se encuentren intenciones ciertas de conseguir la armonía ambiente-desarrollo y que se tenga en cuenta la planificación científica a la hora de buscarla. 

FUENTES Y REFERENCIAS BÁSICAS
  • Andrade, G.I. y Ruiz, J,P. 1988. Amazonía colombiana: aproximación ecológica y social de la colonización del bosque tropical. Política y Medio Ambiente Nº4. FESCOL. Bogotá.
  • Gallopin, G. 1986. Ecología y Medio Ambiente. En: Leff, E. (Ed.). 1986.
  • Hajek, E. 1985. Incorporación de la dimensión ambiental en la enseñanza de las ciencias naturales. Documento ÜNEP (PNUMA) WCr.l38/Info.5. (Seminario Universidad y Medio Ambiente para América Latina y el Caribe). Bogotá.
  • Leff, E. (Ed.) 1986. Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo. Siglo XXI. México.
  • Márquez, G. 1985. Tolima: Medio Ambiente. Anexo I en: U.N. Fac. Ciencias Económicas. 1986. 
     

Lo Ecologico y lo Ambiental

Lo Ecologico y lo Ambiental 
 
Antes de que la Ecología se desarrollará como un campo específico de conocimiento era evidente el conflicto del hombre con la naturaleza; la ecología ha contribuido a divulgarlo y a explorar sus causas, que es ante todo el manejo d esintegrado que se hace del medio, y los efectos que esto tiene. 

La exploración de causas y efectos resalta lo que por lo demás era obvio: todas las actividades humanas guardan de un modo u otro relación con el medio físico y natural, del cual el hombre forma parte integral y principal. La relación hombre-naturaleza es mutua, ya que no solo el hombre afecta a esta sino que la naturaleza condiciona las actuaciones de aquel; la mutua relación puede ser, además, positiva o negativa en ambos sentidos. 

El tema de las relaciones entre hombre y naturaleza trasciende el campo de acción de la ecología; esta, definida estrictamente, se ocupa de la estructura y función de la naturaleza, entendiendo por esta el conjunto unitario y ordenado conformado por los elementos vivos e inertes que interactúan en la biosfera para conservar la vida sobre la tierra. Como tal, la ecología es una ciencia natural, con un objeto bien definido y con lógicas e inevitables conexiones con otras ciencias; en la medida que el hombre forma parte de la naturaleza es también una ciencia humana. 

No obstante, las múltiples formas de relación hombre–naturaleza requieren para su estudio el concurso de muy diversas ciencias; cada uno de ellas contribuye desde su punto de vista al análisis del tema y conjuntamente, en la medida que confluyen sobre un objeto común, conforman una ínterdisciplina. A esta ínterdisciplina amplia, a la cual contribuyen tanto las ciencias que se ocupan del medio físico y natural (geología, climatología, edafología, fisiología en general ecología, etc.) como del medio humano (historia, sociología, antropología, etc.), se la podría denominar Ciencias Ambientales o, de modo más simple, Ambientalismo o Ambientalística. 

El Ambientalismo como ínterdisciplina científica se diferencia cada vez más de la ecología; también se separa del ambientalismo o ecologismo concebidos exclusivamente como activismo político, social o de otras formas, en defensa de la naturaleza y con poca o ninguna base científica. 

Aunque apoyado y originado tanto en la ecología como en el ecologismo, el ambientalismo ha evolucionado hacia el estudio científico de las interacciones entre economía y medio ambiente, política y medio ambiente, sociedad y medio ambiente, entre otros ejemplos que podrían citarse. De este estudio se deriva una comprensión más clara de los conflictos pero también de las posibilidades de mejora que tienen las relaciones hombre-naturaleza. 

Sin embargo, productos de la ínterdisciplina ya se disfrutan; algunos aspectos, en particular lo relativo a lo que podría llamarse "economía ambiental", arroja luces muy clarificantes sobre la naturaleza eminentemente política y económica de la problemática ambiental. A su vez la ecología, ha señalado la insuficiencia de ciertos planteamientos económicos que no se fundamentan en un conocimiento adecuado de la base natural sobre la cual se orientan los procesos productivos y los riesgos implícitos en los impactos ambientales de dichos procesos. Ello conduce a la planificación con criterios ambientales y ecológicos como herramienta para el logro de un desarrollo más armónico y sostenido. 

El ambientalismo se ocupa, entonces, de lo que se llama corrientemente "problemática ambiental", estudiando sus causas y características desde las diferentes áreas del conocimiento humano, con el propósito de buscar respuestas que permitan enfrentarla y conduzcan a una gestión más adecuada del medio ambiente. En este terreno la participación de los diferentes campos de la ciencia no solo es posible sino necesaria y debe reunir y canalizar la participación individual y social en un esfuerzo para hallar formas más armónicas de relación de la humanidad con el resto de la Biosfera. 

Esto conduce previsiblemente a la acción política y así ha sido desde los primeros tiempos, cuando se hizo evidente la cuestión ambiental; las primeras expresiones de la preocupación social por el ambiente no fueron investigaciones científicas del deterioro del medio tanto como cruzadas políticas o tendencias sociales (Ej. hippismo) en defensa del ambiente y contra el deterioro de la naturaleza. Dichas expresiones, en sus formas extremas y sobre una endeble o al menos discutible base científica, formularon, presuntas incompatibilidades entre desarrollo y medio ambiente. Tal posición condujo a una polarización entre sectores defensores del medio y técnicos defensores del desarrollo que se enfrentaron en una larga polémica, quizá ineludible pero no muy productiva; solo tras años de paciente labor, sectores científicos han podido terciar en la polémica y ayudado a aclarar un poco la situación, demostrando que el conflicto ecología-desarrollo es en parte ficticia y en parte solucionable, y que en vez de hablarse de ecología vs. desarrollo, debe hablarse de ecología y desarrollo o, más correctamente, de medio ambiente y desarrollo como una dualidad interdependiente. 

Otra polémica que surgió planteaba "incompatibilidad entre capitalismo y protección del medio ambiente, sugiriendo que la ecología (en realidad el ambientalismo) era una ciencia subversiva; una polémica más plantea que el activismo ambiental no es otra cosa que un distractor del activismo político alrededor de reivindicaciones sociales, económicas, etc. ("La peor contaminación es el hambre"). 

Aunque persisten en muchos sectores, las polémicas reseñadas tienden a desaparecer en la medida que se comprende que el ambientalismo (y con él la ecología) ante todo arrojan luces nuevas e integradas para el análisis y proyección de las actividades humanas.

FUENTES Y REFERENCIAS BASICAS