Uno de los objetivos
principales de la Ecología es el logro de la armonía entre ambiente y
desarrollo. Desde el punto de vista humano podría decirse que es este el
objetivo fundamental de la ecología y el que le concede importancia
social e histórica a esta ciencia; la Ecología reposó en las academias
en tanto no se evidenciaron los conflictos entre el medio natural y el
hombre.
El problema ambiente-desarrollo ha
recibido diferentes tratamientos, bien a la luz de concepciones
científicas de la Ecología o de alguna de sus múltiples deformaciones
semireligiosas, politícoides y afines.
Una línea sostiene que el asunto
constituye un dilema: ambiente o desarrollo; es el conservacionismo a
ultranza. Una línea de pensamiento que alcanza niveles casi místicos y
es, social e históricamente, reaccionaria. Propone detener el desarrollo
y retornar a la naturaleza, volver a una vida primitiva y supuestamente
ideal.
Sostiene una idea completamente
irrealizable, aún en el caso de que fuera deseable, y creída, en
realidad, por muy pocas personas: algunos "hippies" tardíos que viven en
comunas y granjas. La mayoría de las personas comprenden que es
imposible dar marcha atrás a la historia y que es una tontería abandonar
las ventajas de la civilización, por lo menos en cuanto a adelantos
físicos se refiere.
Por otra parte hay quienes creen
en la posibilidad de conservar tanto el ambiente como el desarrollo, con
una fórmula aparentemente sencilla: juntos, pero no revueltos. Así, que
por un lado hacen parques y por el otro fabricas. Sin embargo, la
fórmula tiene sus limitaciones, como se vio en Colombia; al coincidir
los intereses de la industria y del ambiente en un mismo sitio, el
parque natural debía ceder ante las fábricas como pasó en muchos sitios y
sucederá muy probablemente mientras no se comprenda el valor real del
entorno para la vida.
De todas maneras, separar no es
armonizar. La calidad de la vida humana en lo ambiental no puede
relegarse a las visitas ocasionales a los parques naturales; es
necesario que el equilibrio y la armonía de la naturaleza formen parte
integral del patrimonio vital de cada persona y de la sociedad. Otras
formas de progreso serían cuestionables; porque a menos que estemos
convencidos que es imposible lograr la armonía entre ambiente y
desarrollo, perder la calidad de la vida a cambio de un bienestar
solamente económico, es absurdo. Así han comprendido los japoneses,
cansados de pagar por unas bocanadas de oxigeno que les permita
sobrevivir en medio de la atmósfera contaminada de hollín y bienestar
económico de las grandes ciudades. Si la única manera de lograr el
desarrollo fuera sacrificando la calidad del ambiente y de la vida, se
justificaría el conservacionismo a ultranza. La separación espacial de
ambiente y desarrollo es, a largo plazo, una condena a muerte para
ambos.
Pero hay quienes creen en la
convivencia armónica de ambiente y desarrollo, en la capacidad humana
para lograrla y obtener de ella beneficios; quienes, en vez de
considerar ambiente y desarrollo como enemigos irreconciliables, los
consideran aliados naturales. Se encuentran divididos en dos grupos:
quienes creen posible armonizar el ambiente y desarrollo dentro de una
estructura social y económica de tipo capitalista y quienes consideran
que tal logro solo es posible en sociedades socialistas y comunistas.
Uno de los últimos afirma que "la lógica ecológica es la negación pura y
simple de la lógica capitalista" (M. Bosquet, 1972). De allí que
algunos con entusiasmo o con temor, piensen que la Ecología es una
ciencia "subversiva". Y quizá lo sea, en el mejor sentido de la palabra,
porque es cierto que la mentalidad humana, especialmente en relación
con la naturaleza, ha cambiado a la luz de los planteamientos
ecológicos.
Pero nos podemos preguntar si la
subversión planteada por la ecología a nivel de la actitud mental del
hombre frente a la naturaleza, tiene iguales implicaciones políticas. Es
indudable que en estos momentos las ideas ecológicas constituyen un
potencial político y que los problemas ambientales están exigiendo una
definición en las actitudes de quienes son de alguna manera responsables
de ellos por su condición de gobernantes. Se hace necesario conocer la
posición de los dirigentes en relación con la problemática ambiental.
Esto es tanto mas necesario cuanto hasta ahora la mayor parte de las
acciones gubernamentales han respondido a presiones irresistibles de los
problemas y de la opinión pública, pero no a una política propia. De
ello ha resultado una política incoherente de manejo del ambiente, lo
cual constituye justamente uno de los argumentos para quienes consideran
imposible enfrentar los problemas ecológicos en una sociedad.
capitalista. Se sostiene que es imposible dentro de esta estructura
llegar a una planificación adecuada de las políticas ecológicas y que es
solamente por el camino de una planificación muy clara y firme, con
bases científicas, como se podrá lograr el desarrollo por cauces que no
lo pongan en contradicción definitiva y fatal con el medio.
Indudablemente la planificación es imprescindible; ya son muchas las
empresas humanas que han fracasado por agotamiento del ambiente y de los
recursos de los cuales dependían; son también muchas las muestras de la
capacidad destructiva de los malos manejos ecológicos: erosión,
desertificación, contaminación, etc., todo lo cual evidencia la
inseparable dualidad que constituyen ambiente y desarrollo.
La pregunta es, entonces, si un
sistema capitalista permite planificar en el grado necesario para
enfrentar las contradicciones ambiente-desarrollo y lograr el armónico
desenvolvimiento de ambos. O si es necesario un cambio de estructuras
para posibilitar las acciones pertinentes, a un nivel adecuado. Porque
una de las dificultades principales con los problemas ambientales es su
enorme escala regional y nacional, cuando no mayor. Problemas como la
contaminación de ríos y atmósfera o la erosión que corroe al país,
requieren acción institucional también a gran escala. La actividad
privada rara vez alcanza las proporciones adecuadas a los problemas,
aunque constituye un potencial enorme de apoyo a las soluciones que se
busquen.
De aquí surge la necesidad de una
planificación a nivel nacional y también el escepticismo, en algunos
medios respecto a la posibilidad de solucionar los problemas.
Pero creer que los problemas
ambientales se solucionarán de por sí dentro de otros sistemas es
también muy discutible y asignarle un poder de cambio tan grande a los
principios ecológicos es quizá exagerado.
De hecho, la base teórica de la
economía socialista también se sustenta como el capitalismo en un
crecimiento indefinido sobre una base de recursos presuntamente
inagotable y donde el productivismo sustituye al consumismo capitalista.
Tarde o temprano los recursos se agotan y esto es lo que, de alguna
manera, está anunciando la ecología para un futuro próximo para el cual
deberán prepararse los sistemas económicos.
Lo más probable es que el manejo
correcto de la problemática ambiental se logre a través de la búsqueda
decidida y científica de soluciones, no importa el sistema dentro del
cual se haga. La Ecología, en sí misma, no está en pro ni en contra de
algún sistema en particular, aunque sí impone ciertas reglas que
cualquier sistema debe cumplir, so pena de entrar en
conflicto desastroso con el medio. Y en Colombia vamos por ese camino.
La problemática ambiental ha sido planteada de un modo empírico, con más
entusiasmo que rigor. El problema ambiente-desarrollo ha derivado en
una pugna entre ambientalistas y promotores del desarrollo, nada
beneficiosa para el país.
¿Y que nos espera en el futuro? Ya
se ha logrado crear en el ambiente político una preocupación por los
temas ecológicos, la ecología tiene visos de convertirse entre nosotros,
como en otros países, en una bandera política. Ojalá, detrás de las
consignas político-ecológicas, se encuentren intenciones ciertas de
conseguir la armonía ambiente-desarrollo y que se tenga en cuenta la
planificación científica a la hora de buscarla.
FUENTES Y REFERENCIAS BÁSICAS
-
Andrade, G.I. y Ruiz, J,P. 1988. Amazonía
colombiana: aproximación ecológica y social de la colonización del
bosque tropical. Política y Medio Ambiente Nº4. FESCOL. Bogotá.
-
Gallopin, G. 1986. Ecología y Medio Ambiente. En: Leff, E. (Ed.). 1986.
-
Hajek, E. 1985. Incorporación de la
dimensión ambiental en la enseñanza de las ciencias naturales. Documento
ÜNEP (PNUMA) WCr.l38/Info.5. (Seminario Universidad y Medio Ambiente
para América Latina y el Caribe). Bogotá.
-
Leff, E. (Ed.) 1986. Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo. Siglo XXI. México.
-
Márquez, G. 1985. Tolima: Medio Ambiente. Anexo I en: U.N. Fac. Ciencias Económicas. 1986.