Daños causados por derrame de crudo en Golfo de México. Foto: Wildammo
Hoy en día alrededor del 10 por ciento de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en los océanos, por lo que la explotación en aguas profundas constituye una pequeña parte de la industria. A pesar de esto, los avances tecnológicos han hecho que crezcan los trabajos en profundidades cada vez mayores, generando a corto plazo beneficios económicos pero con posibilidades de impactos ambientales sumamente negativos: tal es el caso del reciente derrame en el Golfo de México.
Una de las zonas que presenta un gran reservorio de petróleo en áreas profundas es Brasil, encontrándose a siete kilómetros bajo el mar. Si bien todavía falta trabajo para llegar a los lugares más profundos, no hay intenciones de restringir la explotación –como anunció ahora Estados Unidos- y se buscan los mecanismos para ponerla en marcha en poco tiempo.
Hoy en el país Sudamericano cerca del 80 por ciento del crudo proviene de aguas profundas. Las nuevas reservas de petróleo descubiertas podrían ser de 50 mil millones de barriles, mientras que algunos sostienen que las cifras podrían llegar a 100 mil millones.
El gran dilema es afrontar o no los riesgos que implica la explotación en niveles tan profundos. Como se explica desde BBC Mundo, el 90 por ciento de las reservas están ubicadas a más de 400 metros de profundidad y algunas a más de 1.000. Se trata de un ambiente complejo para el que aún no hay una ingeniería avanzada y en el que en caso de accidente los daños pueden ser muy graves.
El antecedente más directo de los riesgos que se corren con este tipo de explotación son los ocurridos el 22 de abril pasado por parte de la empresa British Petroleum (BP) en el Golfo de México. Más allá del impacto económico, las consecuencias para el ambiente y la vida que habita en el lugar todavía son incalculables.
Según los especialistas, las regulaciones y los controles en la industria petrolera brasileña son más estrictas que las de Estados Unidos. Sin embargo, muchas veces los intereses económicos prevalecen ante el cuidado y previsión de este tipo de actividades.
Económicamente la explotación de crudo es redituable para cualquier región, ¿pero a qué precio? Lo ocurrido recientemente debe servir de ejemplo para demostrar que sin una política que proteja nuestro ambiente y sus recursos es más lo que se pierde que lo que se gana. Para poder revertir la situación no sólo son necesarias normas claras sino que se debe trabajar en la implementación de modelos productivos más sustentables que permitan ir reemplazando esta dependencia hacia el petróleo.
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